Por: Diego Calle Pérez.
Medellín es una jungla de cemento que pocos referentes quiere recordar de su historia más reciente. Medellín es una ciudad de contrastes, como todas las ciudades de la Colombia que llamamos cariñosamente Macondo, por el referente del escritor de Cien Años de Soledad. Medellín es una ciudad que ha querido ser metrópoli como Bogotá, pero nuestras montañas y nuestras costumbres no dejan perder el eco del poema de Epifanio Mejía.
Medellín es una ciudad que escribe su historia reciente, la otra historia es mejor no recordarla para seguir adelante con sus obras de puentes y vías tumbando cruces de calles y graneros de esquina. Medellín esta delirando en estos momentos con el presupuesto del predial y de las ganancias de las Empresa Públicas que inyectan a las monumentales obras sin planear. Medellín sigue escondiendo realidades de sus barrios y sus corregimientos. Seguramente está pasando en ciudad de México, en Iquique Chile, en Resistencia o en la Rioja en Argentina, en el mismo Buenos Aires o en Curitiba la ciudad modelo que copiamos del país del idioma Portugués en Suramérica.
Medellín ha venido sufriendo una lenta transformación que muchas veces no alcanzamos a relacionar como es el caso de sus pandillas, bandas como la denominada terraza y otros grupos armados de tantos barrios de Comunas, de corregimientos, que desplazan familias por uno que otro motivo y razón que se desconoce desde la personería y los entes de la alcaldía.
Medellín está teniendo administraciones de seguridad clandestinas que se ufanan de cobrar la cuota por la seguridad del ciudadano. Medellín la ciudad que se ufana de un metro y de ciclo vías al mejor estilo de pequeñas ciudades de Finlandia y Noruega. Medellín se está dejando quedar atrás con el sistema moderno de cámaras y fotomultas que cobra en cada esquina, -donde ven a diario los atracadores-, pero más fácil están arrestando al secretario de seguridad que a los propios provocadores del delito en la ciudad que guarda secretos de historias que casi nadie quiere recordar.