Por: Balmore González Mira
Señor Delincuente o asustador Criminal, la verdad no sé cómo llamarlo.
En el 2015 padecí por primera vez este flagelo que azota a la ciudad por su culpa; como casi siempre suele suceder andabas en compañía de una manada de delincuentes que en cuatro motos y ocho de ustedes cometieron aquel ilícito, los cuatro parrilleros todos con armas cortas nos intimidaron y con amenazantes actitudes nos sometieron para hurtar con “alguna facilidad” el botín perseguido. Al susto que me acompañó, se unió el miedo de algún disparo suyo que pudiera cegar la vida de alguno de los tres ocupantes del vehículo que yo conducía y fue mayor el de mi copiloto, pues es un ser humano anticoagulado, el cual con cualquier herida hubiera fallecido casi que de manera inmediata. Claro que podrás decir que eso lo desconocías o que no te importaba, igual de ser necesario hubieras disparado. Dos policías llegaron cinco minutos después a preguntarnos qué había pasado, cuando muy seguramente ustedes iban en otra comuna de la ciudad.
A principios de 2016, volví a ser víctima de tu accionar, esta vez solo andabas con otro de los tuyos en una moto, pero el pánico que reviví fue igual al que había sentido un año atrás. En ambos casos, estoy casi seguro, contaste con un cómplice dentro del banco, el de otro delincuente que tampoco le importó la vida del anticoagulado, ni la reacción que cualquiera de las víctimas pudiéramos tener y terminar muertos, al ser atravesados por sus criminales actuaciones. En ninguno de los dos casos denuncié, pues me parecía inútil ante la falta de una flagrancia que pudiera tener efectos inmediatos y que llegaran a una captura tuya o de tus secuaces. La impunidad en estos casos ayuda mucho a que usted siga en su malvado accionar. Nadie grabó con cámaras ni hubo respuesta ciudadana lo que incrementó mi impotencia como víctima y mi desconfianza de hacer una denuncia que a nada condujera.
Señor fletero, si se le puede seguir diciendo señor, ¿usted se ha puesto a pensar en el daño que le produce a tanta gente? Se los resumo. A la víctima y su familia por el daño económico y sicológico que ello le produce; a la sociedad por el estado de zozobra en que hoy se mantiene; a las autoridades porque ahora se ven como incapaces de controlarlos a ustedes; a su familia, pues hace poco vi a tu madre llorar desconsolada porque no sabía que esa era la profesión que habías escogido. Pero el daño que usted mismo se ocasiona es el peor; usted para la sociedad y para la humanidad entera no es más que un criminal, un delincuente, una rata que solo está pendiente de la próxima víctima y que para nada valora la vida de ningún ser humano ni la suya.
He estado presente cuando los ciudadanos aplauden la valentía del atracado que es capaz de enfrentarte y darte de baja, que celebran cuando te linchan y te dejan al borde de la muerte; que alzan las copas cuando la policía te captura y te meten tras las rejas; que cantan cuando te filman y luego te aprehenden, porque todo esto lo toman como un triunfo de la sociedad sobre los más bajos criminales.
Y debo confesar que sobre usted pensamos que nos produce miedo, desazón y pánico, pero también asco, reproche y un deseo inmenso de que caigas pronto. Por eso lo mejor es que abandones la profesión de criminal y busques otro oficio; tal vez me responderás que no hay nada que hacer; pues lo mismo te diría yo cuando una bala atraviese tu cuerpo y moribundo, haya que decirte “no hay nada que hacer”.
Esperando que pronto ya no seas un fletero más…