Colombia, históricamente, ha tenido muchas dificultades; por eso, “es una olla a presión a la que hay que levantarle la válvula”, afirma Rodolfo Correa, abogado constitucionalista, quien agrega que, afortunada o desafortunadamente, al presidente Iván Duque le toca levantar esa válvula para evitar que Colombia explote.

Correa recuerda que Colombia es un País de reformas: la más reciente Constitución Política, la de 1991, ya lleva más de 40. De ahí que haya llegado la hora de una reforma estructural para los próximos 50 años. Sin embargo, cree que no debe ser resultado de una Asamblea Nacional Constituyente sino de una Asamblea Constitucional.

La diferencia entre una y otra –explica Rodolfo Correa- es que la Constituyente tendría la potestad para reformarlo todo, de un plumazo derogaría la actual Constitución para crear otra, lo cual no es necesario porque, por ejemplo, los principios, los derechos fundamentales y la parte dogmática no requieren modificarse. En cambio la Asamblea Constitucional tiene autoridad para reformar parte, la orgánica de la Carta Política de 1991, que sí lo necesita.

“Porque si la estructura del Estado no satisface los principios, el preámbulo y los derechos, significa que hay una disonancia, como está ocurriendo hoy”, asegura Correa.

Agrega que mediante la Asamblea Constitucional, el gobierno del presidente Duque debería materializar su intención de “conversación nacional” con todas las fuerzas vivas del País.

“Debe juntar las fuerzas vivas para hacer el ajuste constitucional que requiere el País, buscando hacer sendas reformas política, a la justicia, a la salud y tributaria. Convocar a la congregación de todas las fuerzas para hacer ajustes sin tener que derogar la actual Constitución”, precisa.

El excandidato a la Gobernación de Antioquia y docente universitario en Derecho Constitucional, Rodolfo Correa, insiste en que al presidente Duque le ha tocado levantar la válvula de la “olla a presión” en que se ha convertido Colombia y que un buen paso es el iniciado proceso de “conversación nacional”.

Pero hay que buscar llegar a acuerdos sin estar a favor o en contra de posturas políticas e ideológicas; hay que buscar solucionar los problemas sin pensar en la izquierda o la derecha: hay que buscar soluciones en las que se busque que gane el País… “Y una Asamblea Constitucional sería la mejor manera de reestructurar con la participación de todos los sectores, sin correr el riesgo de cambiarlo todo innecesariamente”, concluye.