Luis Fernando Calderón

Por: Luis Fernando Calderón

El rumor es el arma más letal y mezquina que alguien puede utilizar: siembra dudas, clava cizañas y hace del rencor el único alimento del alma; su principal cometido es la difamación. Cuando se quiere acabar con la honorabilidad de una persona lo más fácil es lanzar al aire, amparado en una columna de opinión, un comentario malintencionado y echarlo a correr en las redes, dando por sentado soportes basados en interrogantes tendenciosos y tergiversados, amplificando rumores sin ningún escrúpulo ético, lo cual convierte lo falaz en sustituto de la noticia verdadera. Las columnas de opinión que cimentan la información basada en supuestos, o por fuera de los contextos, suministran combustible espectacular a la prensa. El modo verbal condicional que utilizan, está redactado para producir incertidumbre. Hacer del rumor una herramienta perversa, infortunadamente, cuenta con una gran estructura de amplificación en las redes sociales y permite propagarlo rápido, goteante y continuamente. Pareciera que ciertas columnas de opinión no existieran por azar, y estarían, más bien, destinadas a servir de señuelo para difundir información no comprobada. Hay aquellos que en su delirio político propician, con astucia, el rumor como herramienta política perniciosa, además. Sería bueno saber qué hay detrás de este tipo de columnas y cuáles son las verdaderas intenciones políticas. Opino que una clase de periodismo fundado en el rumor, y redactado en el tiempo verbal del vaivén incierto, riñe con la ética periodística. Uno de mis maestros, Tomás Eloy Martínez, lo dice mejor y viene al caso: «el único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un artículo insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo».