Diego Calle

Por: Diego Calle Pérez

Colombia es un gran acumulado de derrotas y esperanzas. Colombia es un quijote frente a los molinos. Colombia son mares,-plataforma marina que explota una empresa gringa- son ríos, montañas, valles, selvas, desiertos en la Guajira, es vallenato, pasillo y bambuco, son platos típicos y gran riqueza de flora y fauna.  El tema de los columnistas y las editoriales de los pocos periódicos se está volviendo cada día repetitivo y monótono. Desayuno, almuerzo y cena con Uribe y Santos a la cabeza. Se nos olvida que tenemos otros temas que enriquecen nuestra perspectiva nacional.

Las 100 empresas más sobresalientes opacan a las pequeñas, medianas y las famiempresas que sobreviven a la competencia que ellas producen. Bebidas gaseosas compiten con Postobón y Coca-Cola, está hubiera sido la mejor época para la fábrica de bebidas gaseosas Caribe, con la inolvidable guaraná de Antioquia para Colombia.

Colombia no solo tiene a Uribe como senador, hay 99 senadores más que piensan en desarrollo para sus regiones y cumplir sus promesas de campaña que deben de renovar como los votos de castidad, para las elecciones del año entrante. Representantes a la Cámara, fieles escuderos de alcaldes y gobernadores que hacen de sus planes de desarrollo local la mejor apuesta para sus comunidades y poco se sabe de ellos.

Los escándalos son los que hacen de un alcalde de pueblo el tema del día o de la semana. La corrupción no es solo Reficar y otros tantos para no repetir. Lo que se pierde entre alcaldías es otro de los males que solo quedan en la Contraloría y un falso positivo en la Procuraduría de Carrillo. La esperanza está en las negociaciones de las FARC-EP y cada día es un tropiezo para despegar en un paradigma social. Padecemos un mal en las principales ciudades de la nación, los pueblos se quedan sin control fiscal, por estar con los ojos en Uribe y Santos. En Mocoa buscan aguas arriba los culpables del desastre y en Manizales esperan el apoyo del estado protector. Avanzamos al final del túnel, no queremos parecer a Venezuela, todo apunta a Uribe y a Santos, mientras tanto, nos estamos insultando peor o igual que en la época de la violencia, después de la muerte de Gaitán.