Por: Alfaro García  

Un cambio en la muestra como del cuestionario en las encuestas que hace el DANE en los hogares colombianos modificó la metodología para medir la pobreza, definida esta como la población con ingresos inferiores a 1’086.000 pesos mensuales en un hogar de cuatro personas en donde no es suficiente para satisfacer las necesidades básicas, tales como: la alimentación, la educación, vivienda entre otros, lo que afecta la calidad de vida; si el desarrollo humano consiste en ampliar las opciones o posibilidades de vida, la pobreza niega toda posibilidad de desarrollo y dignidad humana.

Es cierto que el mundo en los últimos cincuenta años ha progresado sustancialmente más que en otras épocas de la historia, pero también es cierto que la desigualdad entre las naciones ha sido más notoria; este fenómeno se traduce en las grandes diferencias que existen al momento de acceder a los recursos básicos y al desarrollo efectivo de los procesos económicos. Para el caso de América Latina, puede decirse que la pobreza cada día avanza, y por más que haya planes para disminuirla, las desigualdades económicas y sociales que existen en la región son cada vez más pronunciadas y notorias; es claro que el proceso de superación de la pobreza se estancó durante los últimos años, lo reflejan unas tasas de pobreza e indigencia que se han mantenido prácticamente constantes.  Según la CEPAL, para el año 2010, se tiene proyectado que 143 millones de latinoamericanos vivirán en condiciones de precariedad y hacinamiento, lo que hará que la lucha contra la pobreza se vea cada vez más amenazada por los altos precios de los alimentos, la recesión económica y la falta de empleo.

Para el caso de Colombia,  el panorama no deja ser sombrío, La encuesta en una de sus conclusiones manifiesta que, disminuyó la pobreza, pero aumentó la miseria; el país avanzó, ya que la pobreza se redujo en siete (7) puntos porcentuales durante los últimos seis años, demostrando con cifras que mientras en el 2002, el 53.7% de la población colombiana estaba en situación de pobreza, en el 2008 ésta bajó a 46%; sin embargo, no se ha logrado corregir la enorme inequidad existente en la distribución de la riqueza debido al aumento de la indigencia, familias con ingresos inferiores a 468.000 pesos mensuales, la cual pasó del 15.7% al 17.8% de la población.  Pero no fue esa la única mala noticia que consigna la encuesta, de acuerdo con la nueva medición utilizada, la enorme brecha que ha existido históricamente entre ricos y pobres en Colombia se mantuvo inalterable entre el 2002 y el 2008.

Por más que quiera mantenerse el discurso de que las cosas han cambiado, que la rescesión fue sólo un susto pasajero y que la industria está floreciendo, no dejan de preocupar las altas tasas de desempleo y el notorio aumento de la economía informal.  No es necesario ser un experto en estadística para percibir el aumento constante de ventas callejeras de mercancías y comidas, tanto en el centro de la ciudad, como en los barrios.  Desgraciadamente la pobreza se ha asociado a la delincuencia, es así como siempre se ha pensado que los menos favorecidos económicamente en su afán de conseguir recursos, se dedican a labores delictivas con el fin de conseguir lo necesario y algo más; no se puede estigmatizar de esa forma a quienes con su sudor han ayudado a forjar grandes empresas a nivel local y nacional; al menos aún quedan personas honradas que buscan su sustento en medio de la calle sin ningún prejuicio o temor. 
 

Tanto al gobierno nacional, como el regional y los locales, debe preocuparles el aumento de la miseria, de ahí que deban pensar y ejecutar propuestas que promuevan el esfuerzo personal, la confianza en sí mismo y las iniciativas que beneficien al ciudadano en vez de políticas asistencialistas que impiden romper ese círculo vicioso de la pobreza como también pensar en nuevas estrategias para aumentar la capacidad de recuperación de esas personas que caigan en la miseria mediante programas de seguridad social, así como tener acceso al crédito, los mercados locales y los proyectos de infraestructura.