Por: Jaime A. Fajardo Landaeta

Conocimos un estudio de la corporación Medellín ConSentido, acerca de la percepción de seguridad en la ciudad entre agosto y septiembre de 2009, coordinado por Gabriel Jaime Rico y donde se abordan temas muy actuales. Éste reviste especial importancia debido a las implicaciones que tendría la manera como la ciudadanía aprecia los problemas que la desbordan, así como sus posibles soluciones. 

Si bien el 73% de los encuestados señala que la capital antioqueña es hoy más insegura, existe una mejoría en relación con lo percibido en agosto (80%). Salta a la vista lo elevado del indicador, aunque deja notar que medidas como el toque de queda para menores que implantó la Alcaldía ayudaron a que los encuestados mejoraran su visión acerca del asunto. Claro que también se puede leer que su impacto fue más de momento y que pronto podrían ser arrasadas por la realidad de la ciudad y por la profundidad del conflicto urbano, si no se adoptan otras decisiones de carácter social y comunitario.

 

Llama la atención  –como lo destaca el informe- que el 46% de los que señalaron que la ciudad era más insegura en septiembre, atribuyeron el problema al accionar de las bandas y combos. Un porcentaje igual lo atribuyó al desempleo y la pobreza. 

¿Por qué coinciden estas dos mediciones? Tal vez porque los encuestados le otorgan el mismo rango al problema de las bandas y al del desempleo y la inequidad.  

Es aquí donde se evidencian serias dificultades, aún de carácter estructural, en el análisis de los temas de seguridad, convivencia y orden público. En términos económicos y políticos, el hecho de que en periodos de crecimiento económico no se desataran acciones para mejorar las condiciones de las comunidades, muestra las consecuencias en momentos de crisis como el presente. Máxime si las medidas encaminadas a superar la situación crean mayores problemas de inequidad, de hambre y de pobreza, y allanan el camino al deterioro de la seguridad ciudadana. 

La mayor acumulación del valor agregado de la producción y del crecimiento en pocas manos genera factores de violencia que nuestra dirigencia debería analizar con mayor rigor. 

Volviendo al asunto de la percepción ciudadana, llama la atención los porcentajes arrojados por una contra-pregunta que se formuló para determinar la causa por la cual Medellín era “más segura”, cuando así lo afirmaron: a. El trabajo de la Policía (43% en agosto, 34% en septiembre). b. La relación entre la comunidad y las autoridades (26% en agosto, 43% en septiembre). c. el trabajo de la Alcaldía (11% en agosto, 16% en septiembre). d. Mejoras en las condiciones de empleo y pobreza (4% en agosto, 2% en septiembre). Como dato curioso, la pregunta sobre la seguridad democrática ni siquiera cuenta en el marcador. 

Ahora bien, a la pregunta: ¿Usted ha sido víctima de un delito en el último año?  Respondió Sí el 15% en agosto y el 18% en septiembre. Un incremento que riñe con las medidas y la intervención de la Alcaldía y la Policía. Contestó No el 85% y el 82% respectivamente. 

Al contra-preguntar por el tipo de delito, en caso de respuesta afirmativa, el robo marcó 70% en agosto y 82% en septiembre: una diferencia considerable. 

Cifras consistentes con lo que hemos ventilado en este espacio: las medidas que se vienen adoptando, si bien arrojan un impacto inmediato, son coyunturales y de poca capacidad para consolidar en el largo plazo una percepción de seguridad entre la ciudadanía.  

Este valioso informe de la Corporación Medellín ConSentido, que coordina el presidente del Grupo Call Center S.A. Gabriel Jaime Rico, nos acerca más a la verdadera ciudad y a las posibles alternativas de solución de las dificultades actuales. Ojalá los diversos gobiernos territoriales, al igual que los medios de comunicación, le prestaran la atención debida. 

Punto final: Necesito tus opiniones para evaluar lo de la consulta liberal el 27 de septiembre, al igual que las elecciones para directorios. No importa cual sea tu punto de vista me envías un correo.