Por: Jaime Jaramillo Panesso
Durante el siglo XX y lo que corre del actual, la izquierda tuvo mucho de pose en los círculos sociales y en los clubes de intelectuales. Posar de izquierda ha sido una moda que daba réditos en las universidades, en los medios de comunicación y en los círculos femeninos, tratándose de varones. La derecha, por el contrario, se refugiaba en la religión, en las cuevas de los literatos ortodoxos, en los militares deliberantes, en los defensores del orden. El centro solo ha venido a sacar cabeza, ante la evidencia de que los ultras de la izquierda y de la derecha son iguales en sus métodos y ante todo, en su rechazo a la democracia, rechazo manifiesto en la violencia de su método para llegar al poder.
Están próximos los debates electorales en Colombia y no tardarán los periodistas, politólogos, sociólogos de los medios, en entrar al mundo de las clasificaciones para ilustrar o estigmatizar a los movimientos y dirigentes políticos, de acuerdo al tinglado. Pero también aparecerán los charlatanes del cotorro que utilizarán los anteojos de colores y el almácigo de epítetos para ganar pautas y apuestas. En Colombia, dadas las características de influencia de grupos armados que influyen en las elecciones, los conceptos de izquierda, centro y derecha están determinados por la adhesión y defensa de la democracia. Ese es el quid del debate. Derecha, centro o izquierda son ubicaciones en el espectro político colombiano donde la defensa y aceptación de las normas democráticas determinan el verdadero sentido de la lucha por el poder. Por el contrario, las corrientes que real o aparentemente sean antidemocráticas, merecerán el rechazo popular, así tomen ropajes camuflados como izquierda, centro o derecha.
Otra cosa es que en la academia y en las redacciones de la prensa, en las columnas de opinión y en las intervenciones de algunos analistas se diseccionen esos tres términos tan usados en la politología. Lo interesante de la discusión en esos términos es desprenderse de los prejuicios que los colombianos tenemos en política, una “ciencia social” que en la práctica cotidiana está infectada por algo muy humano como son las pasiones que le quitan objetividad a la información y a las posiciones. Saltan, además, los cambios que en cada época se presentan relacionados con las conductas sexuales, lo masculino o lo femenino, el matrimonio, la xenofobia o la igualdad racial o étnica, el ejercicio de las libertades, el consumo de drogas no medicinales, etc. Estamos en una época de hibridaje y confusiones en lo social y en lo ideológico. Y someter este huracán de recomposición del pensamiento y de la filosofía política al simplismo encajonado en tres categorías, presuntamente analíticas, es un método que evade la capacidad crítica y el descubrimiento de nuevos conceptos o la resurrección de antiguos y permanentes valores políticos y sociales.
Ejemplos hay sorprendentes. ¿El Papa Francisco es de derecha o es de izquierda? Al parecer tiene posiciones de ambas, incluyendo la demagogia del auto R4. Un ciudadano común y corriente, distinto a aquel que se dedica al proselitismo, es partidario del orden y respeto por las normas de convivencia, defiende la familia, pero a su vez considera que el estado debe ser intervencionista en la economía. Es decir: ese ciudadano es de izquierda y derecha al mismo tiempo.- Otro ejemplo: un ciudadano está de acuerdo con la paz y enemigo de la violencia como forma de lucha política, pero no acepta que los violentos sean perdonados o eximidos de sus responsabilidades penales. Esta posición equilibrada sobre el tema lo ubica en el centro.-
El uso de la herramienta calificatoria de derecha o izquierda, desarrollado por Norberto Bobbio en uno de sus ensayos, lo centra en la igualdad, lo que demuestra el papel que juega el concepto en la coyuntura europea. Distinto a las características de Colombia donde se define, ante todo, la suerte de nuestra democracia. El escudo de Colombia enseña dos valores de la nación: libertad y orden. Esas palabras dan para mucho debate. Existen momentos de la república en que se excluían para luego reencontrarse con el paso del tiempo y de las guerras. Orden y libertades regladas por la ley es lo que definen un país viable y patrióticamente feliz, si los ciudadanos respetan el pacto social que los cobija y obliga.
La democracia ¿es de izquierda o es de derecha? La democracia nació en la izquierda que se incubó en la Ilustración, los libre pensadores y luego en el liberalismo político. Como el estado democrático se ha consolidado en la mayor parte de los países y el fracaso del socialismo científico, marxismo o la caricatura del socialismo del Siglo XXI es evidente en su ortodoxia, (Chávez no le llega a los tobillos a Marx, Engels, Trotsky, Mao o Mariátegui, para citar algunos mentores del comunismo), la democracia ha pasado a ser de derecha por representar el orden establecido y probado. Por lo tanto ser demócrata en Colombia ¿es estar en la derecha o en la izquierda? Dependerá de los valores ciudadanos y políticos, de la formación ética y republicana con la que se mire. La pobreza doctrinaria del partido liberal evidencia que no sabe dónde comienza la izquierda samperista resurrecta que alimenta al actual Presidente. La vergüenza doctrinaria del conservatismo es del tamaño de un corozo como el que ostenta el pensamiento del expresidente Pastrana o la familia catecúmena Irragorri, que de la derecha liberal solo conoce la norma de conducción de un vehículo automotor. La mitología de la izquierda colombiana es un verdadero galimatías donde el peso de las Farc y el Partido Comunista (el legal y el clandestino) gravita como una molécula eclesiástica entre los rojos y los rosados.
Impedir que Colombia pase al chavismo ectópago que se cocina en La Habana en nombre de la paz, exige un compromiso de vida con la democracia. Nos estamos jugando la suerte de la república y solo un centro consolidado puede contener los desvaríos del manicomio nacional.