El próximo sábado 5 de mayo se cumplen nueve años del magnicidio de Guillermo y Gilberto y ocho oficiales del Ejército, a manos de los guerrilleros de las Farc que los tenían secuestrados.

Una imagen con la que se nos suele recordar a Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri, es la de los caminantes detenidos en el Puente del Vaho antes de emprender la otra marcha a la que los invitaban los secuestradores que lo engañaron. Sus figuras quedaron tatuadas en nuestras almas como las de Gandhi o Martin Luther King, al sacrificar sus intereses personales por el afán de servir al bien común a través de la Noviolencia. Ellos no están pero sus sueños y sus ideas siguen con quienes a su lado aprendieron y emprendieron ideales y caminos de resistencia civil, solidaridad, libertad y dignidad.

Esa imagen ha contribuido durante los últimos diez años a sembrar entre los colombianos el reconocimiento a quien la historia debe identificar como unos de los líderes mundiales de la Noviolencia,  en tanto es uno de sus íconos y uno de los más importantes contribuyentes a enriquecer sus posibilidades, gracias a la nueva vinculación del Estado como actor de la Noviolencia en un papel inédito hasta ese momento y que hoy interpela a los académicos, que tienen en sus palabras y actos una fuente importante de conocimiento y reflexión sobre el nuevo lugar que el Estado tomaba en virtud del propósito de nuestro Gobernador.

 

Aunque antes y simultáneo con el esfuerzo que se realizaba en Antioquia muchos intentaron la Noviolencia como el camino que podía transformar el conflicto armado en Colombia, Guillermo Gaviria logró, en muy corto tiempo, promover estos ideales entre miles de personas que buscaban  nuevos lenguajes y métodos para superar el conflicto atávico que sin razón destruía familias enteras y acababa sus vidas y esperanzas. Su fructífera huella se plasmó en la Constituyente de Tarso y en el Laboratorio de paz del Oriente antioqueño, que transformó la historia de 23 municipios. También mostró un nuevo estilo de gobernante que sabe “ponerse en los zapatos” de sus gobernados para interpretar sus exigencias y necesidades y, en consecuencia, tomar las decisiones que se ajustan a esas iniciativas.

En efecto, lo más recordado del impacto de Guillermo Gaviria es sin duda alguna, su accionar como gobernante que se involucró en la Noviolencia, dando un nuevo sentido a esta filosofía. Guillermo señaló una nueva forma de gobernar que tiene alto impacto social porque puso en el centro de sus preocupaciones la construcción de equidad social e implicó una radical transformación por la vinculación del concepto de sociedad participante a la gestión de la vida pública. Maná, Viva, Ría, la Secretaría de Equidad de Género, el Plan Congruente de Paz, son parte de su huella indeleble en nuestra historia.

A partir del gobierno de Guillermo Gaviria Correa, los ciudadanos antioqueños se han venido haciendo más conscientes de sus responsabilidades en la construcción de lo público y de su papel como transformadores del presente y constructores del futuro anhelado para sus hijos. Él con la práctica cotidiana de la planeación participativa, con el diálogo permanente, con metodologías de seguimiento a las decisiones colectivas, nos dejó el camino de la concertación y de la palabra, que es el camino que realiza plenamente la Noviolencia en una sociedad que puede nombrarse a sí misma y reconocerse en la diferencia para potenciarla como pilar de la construcción compartida de realidad.

El próximo sábado 5 de mayo se cumplen nueve años del magnicidio de Guillermo Gaviria, Gilberto Echeverri y ocho oficiales del Ejército, a manos de los guerrilleros de las Farc que los tenían secuestrados. Nuestro corazón y nuestras esperanzas aun viven en los sueños que ellos tejieron y que nos señalaron como camino para que la vida reine en Antioquia. Nuestra memoria se hace abrazo para saludar a sus familias y a quienes en esta tierra aun extrañamos su presencia, su ímpetu transformador.