Por: Jorge Mejía Martínez

¿Halagar a los habitantes del estrato seis de El Poblado con que no pagarán valorización por las obras viales necesarias para la movilidad, en aras de cosechar unos cuantos votos y aplausos, es una postura responsable? Ocurrió en el foro de candidatos a la alcaldía realizado en ese sector. Luis Pérez y Luis Fernando Muñoz, fueron de esa posición sin dejar abierta la posibilidad de pagar valorización si se demuestra que alguna de las obras programadas, realmente incrementa el monto de las propiedades. A diferencia de Aníbal Gaviria y Federico Gutiérrez, quienes sin lanzar cantos de sirena, dejaron claro que no era justo que si una obra pública multiplica el patrimonio de los propietarios, éstos no contribuyan con su financiación, más aún, si tienen capacidad de pago. O sea que la valorización depende de las circunstancias. Es una irresponsabilidad, desecharla o decretarla, a priori.

 

Hace más de diez años, siendo concejal de Medellín, me opuse al pago de valorización de la ampliación de la carrera 76 en un sector de Belén, por cuanto el estudio de impacto socioeconómico certificó que eran más los perjuicios que las bondades del proyecto. Los Tribunales consideraron que, además, un gran talón de Aquiles era el impacto ambiental.

Lo que ocurre con la valorización es sintomático de que están en juego en la campaña electoral dos estilos diferentes de concitar el respaldo popular y también de gobernar. La actitud pedagógica del líder que considera que una campaña es la oportunidad para generar cultura política a partir de realidades y posibilidades en función de los anhelos colectivos, y la de quien considera que para ganar adeptos lo mejor es calentar oídos prometiendo el oro y el moro hasta tocar las fibras de los intereses personales.

Además, Luis Pérez ha prometido entre otras cosas: 1- rebajar las tarifas de los servicios públicos como si ello fuera posible desde el despacho de la alcaldía, olvidando que por un intento similar cuando fue mandatario de los medellinenses, EPM fue multada con cerca de 500 millones de pesos por parte de las autoridades nacionales en la materia. 2- estimular el apetito de muchos líderes comunitarios de la ciudad con la promesa de entregar a dedo buena parte de la contratación oficial del municipio sin especificar condiciones mínimas de idoneidad y autogestión. 3- a los dueños de El hueco les prometió una rebaja del impuesto predial sin tener a mano un estudio elemental de la justeza o no de las tablas de liquidación existentes en la actualidad. 4- a los educadores les ofreció una clínica solo para ellos…etc., etc.

La demagogia es un concepto difícil de definir aunque desde los griegos se utiliza para indicar que es algo así como ‘adular al pueblo”. De esa manera la definieron Aristóteles y Platón. La demagogia riñe con la rigurosidad programática. El esfuerzo es menor por cuanto lo que interesa es tocar intereses y sentimientos inmediatos. Ello es lo único que puede explicar el descuido del candidato de Firmes por Medellín al inscribir ante la Registraduría como programa de gobierno prácticamente el mismo de hace cuatro años. Por ejemplo, en la pagina cuatro, todavía presenta lo que habrá de ser “líneas y acciones centrales de gobierno que encabezaré a partir del primero de enero de 2008”. Copiar y pegar. No hubo un proceso serio de elaboración programática. No hacía falta.