Por: Eugenio Prieto Soto

Hace más de diez años, el 30 de julio del 2000, publiqué la primera parte de este artículo. En esa época no se me ocurrió pensar que algún día escribiría una segunda parte de este tema que paradójicamente era a su vez, continuación de otro, los noticieros regionales de televisión.

En ambos artículos desarrollé la posición que asumí en calidad de diputado, desde el análisis financiero empresarial y la apreciación ética, frente a la decisión de Teleantioquia de realizar directamente el noticiero de la noche, tanto en lo periodístico como en su producción y comercialización.

 

Desde el análisis económico empresarial, sustenté, que la difícil situación operacional originada por múltiples variables, como la recesión económica y la aparición de los canales privados (RCN y Caracol), que fragmentaron la audiencia y por supuesto la pauta publicitaria, llevó a nuestro canal regional Telantioquia, a tomar la decisión de producir y comercializar su propio noticiero en la franja prime, como una tabla de salvación operacional, que le permitiría en el corto y largo plazo alcanzar rentabilidad y garantizar su viabilidad económica y financiera.

Expresé también mi opinión, en el sentido de que más allá de procurar supervivencia y crecimiento empresarial a un canal público, tenía que trascender el debate ético sobre los derechos de los televidentes para acceder a una información exenta de manipulación política, como la que se podría desprender del hecho de que una entidad estatal, realizara el único noticiero de la noche, con la posibilidad de llegar a millones de personas y formar en ellas opiniones, imaginarios colectivos e incluso condicionar claramente su conducta.

El tiempo nos dio la razón. Desde el inicio de este Gobierno, la señal fue negativa. El primer día se produjo un atropello infame, la salida de Luz María Montoya como Directora de Teleantioquia Noticias. Qué ironía, se enteró a través de una noticia, en la cual el Gerente dijo que llevaría una persona de “confianza”. Me pregunto: ¿De confianza para qué? Una periodista con más de 22 años de ejercicio periodístico, cuya responsabilidad y honestidad la han distinguido siempre en su ejercicio profesional, no mereció el más mínimo respeto del Gobierno, ni de muchos de sus colegas, ni de los organismos para la libertad de prensa que brillaron por su silencio.

Con este reprochable acto de censura, le cobraron, que tres meses atrás en debate televisado con los candidatos a la gobernación, en el eje temático sobre seguridad, le preguntara al entonces aspirante Luis Alfredo Ramos por la coincidencia entre el crecimiento de su caudal electoral con la expansión del paramilitarismo en Urabá y el norte del Área Metropolitana, situación denunciada por la investigadora Claudia López y por la que la Fiscalía le había iniciado investigación. Extrañamente, en reciente fallo, la Corte se refirió a tres municipios de Urabá en los cuales fueron elegidos alcaldes de Alas Equipo Colombia con apoyo del paramilitarismo.

El comunicador de la campaña del gobernador Ramos, lideró y estimuló la indigna censura de su colega. Hoy en calidad de Gerente de Comunicaciones de la Gobernación, es quien preside la Junta Administradora del Canal. ¿Tendrá algo que ver su estilo, con el sesgo y el desequilibrio informativo en el que ha caído el noticiero de Teleantioquia? ¿Por qué no estarán incluyendo a todas las fuentes y sí versiones sesgadas de la noticia o las del Gobierno exclusivamente? ¿El Estado estará manipulando la información?

Como lo dije hace diez años, es esencial el planteamiento sobre los principios que garantizan el derecho del ciudadano a la verdad; que comprometen a administradores, directores, reporteros y demás personas que realizan los informativos a trabajar en forma veraz, exacta, imparcial, independiente, responsable, prudente y plural, como lo establece el propio manual de estilo para noticieros de Teleantioquia.