HIDROITUANGO, LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL

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En marzo de 1992, el presidente de Colombia César Gaviria hizo un anuncio que parecía insólito: el país no tenía la suficiente energía para el consumo cotidiano de sus habitantes, pues el fenómeno del niño causó grandes sequías en los embalses de proyectos hidroeléctricos y por ende menor generación de energía; también coincidió con que la represa del Guavio (Cundinamarca) venía con retrasos, sobrecostos y corrupción al interior de la empresa, “un descalabro gerencial de 350.000 millones de sobrecostos” de la época, como lo titularon los medios ese año.