Margarita María Restrepo

Por:  Margarita María Restrepo

La más reciente encuesta realizada por la firma Yanhaas, revela que el 17% de los colombianos respalda al presidente Santos. Han pasado 6 años desde que él asumió la presidencia y desde entonces ha venido cayendo sostenidamente, pues las decisiones que ha adoptado en el ejercicio del poder son perfectamente inconvenientes.

Santos es un presidente que gobierna a espaldas del país. Llegó a la Casa de Nariño en 2010 y desde entonces ha permanecido encerrado dentro de las 4 paredes de la casa presidencial, sin atender las necesidades de la comunidad, sin escucharla, sin recorrer a nuestra geografía. Ha salido de su escondite palaciego para desplazarse a Cuba a rendir informe de gestión ante los terroristas con los que está tranzando la agenda pública nacional.

Desde la lejanía bogotana ha pretendido mantener el control de una Colombia que necesita que sus gobernantes sean cercanos y estén atentos de la realidad nacional.

Santos, perfectamente desconectado, ha preferido informarse a través de unos medios de comunicación que le dicen lo que él quiere oír, gracias a la vulgar cantidad de mermelada con la que sus asesores han embadurnado a las rotativas y los micrófonos.

Colombia es como un barco a la deriva, sometido al capricho de los vientos y sin un timonel capaz de sortear los desafíos del día a día.

Y ese desgobierno es el que permite que personas como la ministra de Educación, Gina Parody, se concedan la licencia de ordenar la redacción de una cartilla con la que se pretende adoctrinar miserablemente a los niños de Colombia con la nefasta ideología de género.

La ministra es perfectamente libre de profesar las creencias que ella considere. Cuando sea madre de familia, le corresponderá educar a sus hijos bajo los parámetros que crea son los que a ellos les conviene.

Pero eso no significa que pueda entrometerse en los colegios y en los hogares para obligar a que a los niños se les confunda con información compleja, poniéndolos a dudar sobre su propia sexualidad. Cada quien, en la edad que corresponda al desarrollo psicológico y físico es libre de definir cuál es su inclinación sexual. Lo que es inadmisible desde todo punto de vista es que la ministra hubiera intentado hacer un manual de adoctrinamiento que buscaba que a los niños que apenas aprenden a caminar y a hablar y por ende a razonar, se les dijera que al margen de su sexo, es natural tener cualquier otra inclinación. Eso, es un abuso contra los menores y una clara extralimitación de las funciones de la doctora Parody.

Ella, la ministra de Educación, debe concentrarse más bien en el mejoramiento de la calidad de la educación del país, en promover una mayor inversión en ciencia y tecnología, en propiciar el bilingüismo desde los primeros años de estudio y no en hacer proselitismo a favor de la cofradía en que ella milita.

Lo conveniente es que la ministra hubiera renunciado irrevocablemente al cargo. Ni lo hizo ni lo hará, porque este es un gobierno débil que no puede darse “el lujo” de perder a uno de los suyos, sobre todo cuando empieza la campaña plebiscitaria. Por eso, no tengo duda de que Santos, para desviar la atención y buscar bajar la presión contra su gobierno, profundizará la guerra sucia contra la oposición encarnada en el Centro Democrático.

Veremos a las mayorías compradas del Congreso fustigando a la oposición, a los periodistas de los grandes medios enmermelados cerrándonos sus micrófonos, todo para prefabricar un ambiente de ficticio unanimismo entorno a la paz.

Pero nada de ello cambiará la suerte de Santos. Su destino ya está definido. Será, sin duda, el presidente más impopular de la historia de nuestra Patria, el más repudiado por el pueblo. A él, nada tendremos que agradecerle, porque nada bueno hizo por un país que recibió en la prosperidad y entregará sumido en la más profunda depresión.

Hoy, es el 17%, pero tengan la certeza que a 31 de diciembre esa cifra estará por debajo del 12% y así hasta llegar a profundidades que ni siquiera se registraron durante el narcomandato de Ernesto Samper.