Balmore González

Por: Balmore González Mira

En una tertulia de amigos vienen quejándose nuevamente de la falta de memoria de los políticos. Y no precisamente por incumplimiento de sus promesas. Algunos me pidieron hacer público ese malestar a través de mi columna a lo que accedí, dado que aún seguimos en campaña y me parece extraño que se haga este tempranero llamado de atención, máxime cuando los mismos líderes son quienes vienen ayudando en la elección presidencial, de una manera decidida y fundamental para los partidos y movimientos políticos.

Les advertí que yo estaba convencido de una teoria propia en la que explicaba que el comportamiento del pre-candidato era uno y era diferente al del candidato. Que el del electo era otro y distaba muchísimo del posesionado y que luego los ex, gobernantes o ex de cualquier otro cargo, también era diferente a quien ya había pasado por todo lo descrito anteriormente. Sin embargo la insistencia sobre el tema me llenó de curiosidad y quise indagar más sobre lo que estaba aconteciendo. Muchos más se quejaron de que los electos el pasado 11 de marzo  ya no respondían las llamadas y mensajes de la manera tan acuciosa como cuando eran candidatos. Expliqué, tratando de justificar, que la agenda cambiaba y que había prioridades para el trabajo legislativo que se avecina, pero también era claro que es más importante la elección presidencial. La riposta fue generalizada y me convencieron de que los políticos nuestros se olvidaban rápidamente de quien les había ayudado y mencionaron que así fuera con un voto muchos votantes habían sido partícipes de esa elección y máxime cuando eran líderes que habían sumado al suyo, más sufragios conseguidos en la campaña y que muchos no podían olvidar que hay personajes que perdieron sus curules por 20 ó 30 votos.

La política es la actividad más extraña del mundo; la actitud que se asume en las campañas es muy diferente a la etapa post-electoral, pero nunca se aprende lo suficiente ni por parte del electorado ni por los políticos, que siempre caen en estos mismos errores. Está bien que no se respondan todas las llamadas, pero que al menos respondan una de vez en cuando  de quienes fueron sus pilares y colaboradores y entusiastas multiplicadores de sus campañas políticas, como algunos pocos lo hacen.
Con esto les cumplo a mis apreciados contertulios quienes fueron duros críticos de algunos desmemoriados elegidos,  y a mis amigos políticos de quienes espero lo tomen como un afectuoso llamado de atención.