Por: Luis Pérez Gutiérrez
El sistema de Valorización es un gravamen que tiene como esencia construir obras públicas que traigan progreso y al mismo tiempo valoricen las propiedades del entorno.
La Valorización tuvo positivo impacto en Medellín y en otras ciudades y se pagaba con entusiasmo. Paulatinamente empezó a perder la confianza ciudadana porque se convirtió en un nuevo tributo para resolver problemas de tráfico urbano sin valorizar los bienes de quienes pagaban. Y así, la Valorización quedó en esencia, como un nuevo impuesto vial sin valorizar. Una obra pública puede valorizar o desvalorizar, y por eso, el gravamen de Valorización se volvió antipático en las grandes ciudades pues no valoriza.
En Medellín, que fue donde nació, la Valorización lleva casi 30 años sin ser aceptada por la gente. Cada vez que se decreta, crea serios conflictos entre la ciudadanía y el gobierno que la impone. Para una persona menor de 30 años, la Valorización no le significa nada.
La Valorización es un instrumento vital pero en zonas que inician un fuerte desarrollo urbano, como el Oriente Antioqueño.
Como no ha sido posible aplicar siempre La Valorización para resolver los problemas de tráfico, nuestras grandes ciudades se han quedado con una infraestructura vial muy precaria. No es que haya muchos vehículos, hay pocas vías. El gravamen de valorización no es el adecuado para resolver los problemas de tráfico. La gerencia pública contemporánea ofrece nuevos caminos para financiar la movilidad: La Plusvalía General o los peajes en nuevas vías urbanas por concesión.
Medellín y cada ciudad colombiana necesitan diseñar su Plan de Movilidad de Última Generación o de lo contrario, serán un caos vial en el futuro. Las ciudades de Colombia son las que más están creciendo en el mundo en número de vehículos y menos en infraestructura vial.
Los grandes inversionistas internacionales están listos a desarrollar por concesión sistemas viales de última generación, mediante la construcción de nuevas vías elevadas o subterráneas que le devolvería la movilidad a la ciudad y que se pagaría mediante peajes urbanos. Así sería posible acabar el Pico y Placa sin gastar dinero publico. Y Así lo han resuelto las más congestionadas ciudades del Planeta.
El futuro de Medellín no puede estar signado por la manía de que cada nuevo alcalde decrete un nuevo día de pico y placa semanal. La Alcaldía del doctor Sergio Fajardo en 2004 decretó un día de Pico y Placa semanal. Luego, el siguiente alcalde, el doctor Alonso Salazar, aumentó el pico y placa a dos días. Si el próximo alcalde aumenta en un día más el pico y placa, ya serian tres días de pico y placa que haría la ciudad desesperante y sin competitividad por la incompetencia de los gobernantes para construir sistemas viales audaces.
Las Obras que hoy se piensa construir por Valorización en El Poblado de Medellín, son buenas, hay que construirlas. Ayudan a desembotellar el tráfico en algunos puntos críticos pero no valorizaran propiedades ni eliminaran el pico y placa que debería ser una meta si a la ciudadanía se le obliga a pagar un nuevo tributo vial.
Bajo esta mirada, sería más conveniente hacer dichas obras con recursos públicos y sin valorización. Los habitantes de El Poblado hacen los más altos aportes en Predial, Industria y Comercio y Sobretasas a SSPP. Con un porcentaje pequeño de lo que aportan se podrían pagar esas buenas obras. Vale la pena una retribución especial para la gente del Poblado. La Avenida 34 se hizo sin valorización desde 2003. La doble calzada Las Palmas se hizo sin valorización desde 2002.
Según lo manifiestan los Comités Veedores de Valorización, a un año de producirse el cambio del Alcalde, la ciudadanía no conoce el diseño definitivo de las obras en El poblado; ni la Alcaldía tiene el estudio exacto de cuánto se va a derramar por el impuesto de valorización, ni cuándo se derramará. El mercado inmobiliario del Poblado se ha estresado y la ciudadanía está alerta, pues no se sabe si SI se va a derramar el gravamen ni conoce cuánto le tocaría pagar.
La gente está expectante pues el Alcalde Fajardo también amenazó perentoriamente con la valorización pero nunca vio viable aplicarla.
Derramar un impuesto de Valorización en el último año de gobierno del alcalde se ve poco apropiado para ser exitoso.