El cambio climático del año pasado afectó considerablemente la producción de leche en Colombia, lo cual sumado a otros efectos negativos como la crisis internacional o la crisis diplomática con nuestros vecinos acrecentaron la problemática en la cadena lechera del país.
Normalmente la producción de la leche en el país tiene dos períodos muy claros; de enero a abril de producción baja y de mayo a agosto cuando aumenta considerablemente la producción. Estos dos ciclos los caracteriza exclusivamente las temporadas de verano para el primero y de invierno en el segundo.
El año pasado fue un año particular para la producción de la leche en el país; por un lado la alta temporada invernal hizo aumentar su producción en más de 130% de lo normal, adicionalmente y como bien se recuerda se tuvieron dificultades diplomáticas con los países vecinos de Venezuela y Ecuador, lo cual se tradujo en mermas en las exportaciones del producto y finalmente a nivel mundial, la crisis económica hizo disminuir el consumo del bien.
Otros elementos del panorama muestran cómo mientras los estratos altos y medios de la población consumen en promedio 170 y 80 litros de leche respectivamente al año, los estratos bajos consumen menos de una quinta parte de lo que consumen los estratos altos, algo así como 30 litros de leche en promedio al año. De otro lado, los bienes sustitutos como la gaseosa, los jugos y otros similares, tienen mejores canales de distribución y llegan con mayor fuerza a este rango de la población.
El puntillazo final a esta dramática situación la podemos encontrar en la posición de la industria por hacer muy poco o casi nada para generar nuevas estrategias de mayor consumo en el país, particularmente en los estratos más bajos de la población donde se comercializa y consume más fácil una gaseosa o una cerveza que un litro de leche, con la consabida diferencia nutricional y alimenticia entre uno y otro bien.
Con el panorama anterior, al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural confabulado con la Federación Colombiana de Ganaderos, les dio por establecer una alícuota al productor primario de la leche de veinticinco pesos por litro de leche cruda recolectada, la cual iría al Fondo de Estabilización de Precios supuestamente para estabilizar el mercado, permitir aumentar las exportaciones del bien y para que no salga perdiendo nadie en el sector.
De acuerdo con cifras de Fedegan, Colombia produce aproximadamente 6.550 millones de litros de leche al año, los márgenes de utilidad en la producción de la leche se han reducido exclusivamente por dos factores: aumento de costos de producción y reducción del precio pagado por litro de leche producido, efecto éste que no han visto los consumidores finales y muy por el contrario han visto subir el precio del producto en forma escalonada en el último año.
Regiones como la Depresión Momposina, la Costa Caribe en general, Antioquia, los Santanderes, Boyacá y Nariño, que son los que tienen en su mayoría productores con menos de diez cabezas de ganado, son los que más sufrirán las consecuencias de una falta de política nacional rectora para el producto, una que concilie los intereses de todos los involucrados en la cadena de la leche y que adicionalmente privilegie el bienestar de la población colombiana y mejore la competitividad de toda la cadena.
A nivel internacional, Colombia ha perdido competitividad en el mercado de la leche; uno de los factores fue la revaluación del dólar, lo cual sumado a los aumentos de la informalidad en el sector tienen al borde del abismo la producción en los sectores más deprimidos y olvidados de la geografía nacional.
Recientemente Fedegan propuso una serie de alternativas que, bien estudiadas e implementadas, podrían servir para menguar la crisis por la que atraviesa el sector:
* Exportación de los excedentes del mercado con el apoyo económico del MADR;
* Protección del mercado interno incrementando el arancel externo de importación para la leche en polvo;
* Incentivo al almacenamiento de productos lácteos;
* Reestructuración del Fondo de Estabilización de Precios;
* Erradicación de la informalidad;
* Fomentar consumo de leche y sus derivados;
* Estructurar una política de inteligencia y penetración de nuevos mercados externos.
Lo anterior, sumado a la utilización de los excedentes lecheros para programas sociales como hogares del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Hogares Geriátricos y campañas mixtas del Gobierno Nacional y de la industria lechera para aumentar la demanda doméstica del producto, mostrando las ventajas nutricionales de este producto frente a los demás, podrían ayudar a mejorar las condiciones económicas de los involucrados en la producción de la leche en el país, particularmente los pequeños campesinos productores que siempre son los menos favorecidos por las políticas nacionales.
Finalmente y en buena hora la intervención de algunos Representantes a la Cámara en el Congreso de la República, han llamado la atención sobre la maloliente costumbre que está empezando a convertirse en tradición por parte del Gobierno Nacional de imponer tributos a través de decretos sin tramitarlos en el Congreso como lo manda el Artículo 338 de nuestra Constitución Nacional.