Por: Mauricio Zuluaga Ruiz

Definitivamente las fronteras de nuestro país son unas fronteras desdichadas, desoladas, lejanas al desarrollo económico y social del país, de espalda a las pocas oportunidades que podrían haber para el crecimiento, con todos los problemas de narcotráfico, seguridad, y lo peor aún, problemáticas para el Gobierno Nacional.

 

Las fronteras son por definición y principio, la puerta de entrada a un país. Las fronteras pueden ser terrestres o marítimas. Las primeras son aquellas líneas divisorias imaginarias existentes entre dos naciones, las cuales cada cierta distancia dejan de ser imaginarias y se dividen a través de los hitos que no son más que estructuras de concreto construidas por los dos países que se dividen. Las segundas, las fronteras marítimas, son un poco más complejas, pues como en el mar no se ponen hitos, ahí sí que son líneas divisorias imaginarias las que nos dicen hasta qué parte del mar nos corresponde antes de entrar en aguas internacionales o en aguas de otros países, como es el caso de las fronteras marítimas que tenemos con Ecuador, Panamá, Costa Rica, y los litigios que se mantienen con Nicaragua y Venezuela. Pero más allá de estos problemas limítrofes, está el olvido y la desdicha de ser territorios fronterizos.

 

Desde el recordado Manifiesto Democrático, Programa de Gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez “Mano firme, Corazón Grande”, planteó la supuesta necesidad de fortalecer la integración y el desarrollo fronterizo, destacándolo de la siguiente manera:

 

“Las políticas de fronteras no pueden reducirse a un problema de seguridad. Se trata de desarrollar y potenciar las capacidades de los colombianos que habitan esas zonas. Ningún esfuerzo por proteger las fronteras será suficiente si no logramos integrarlas al País”.

 

Pero además decía que era necesario:

 

“Impulsar el proceso de integración de la Comunidad Andina mediante acuerdos que permitan concretar en los próximos años, los 4 pilares básicos en la agenda comunitaria: mercado común, agenda social, política exterior común y política de integración y desarrollo fronterizo” (subrayado nuestro).

 

Estamos hablando del año 2001, cuando el actual Presidente de la República se presentaba como candidato.

 

Posteriormente en 2002, siendo ya Presidente de los colombianos, planteó en su Plan de Desarrollo 2002-2006: “Hacia un Estado Comunitario”, que: “Se formulará la Política de Integración y Desarrollo Fronterizo, teniendo en cuenta la normatividad e instrumentos existentes”. No obstante lo anterior y como en cuatro años el Presidente Uribe no logró mantener ministros de largo aliento, tampoco lo hizo para la cartera de Relaciones Exteriores y la anhelada política de fronteras para el país quedó en veremos.

 

Ya en 2006, una vez reelegido el Presidente por otros cuatro años más, volvió a decir en su Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010: “Estado Comunitario: desarrollo para todos”, que esta vez sí se fortalecería el desarrollo fronterizo y que formularía la política de integración regional a nivel nacional e internacional.

 

De nuevo, están terminando otros cuatro largos años de gobierno y la política de fronteras, nada. ¿Por qué? ¿Cuáles son las razones para que le Presidente Uribe y su Gobierno no le paren bolas a las fronteras terrestres y marítimas del país? ¿Cuáles son las razones para mantener olvidadas y al garete las puertas de entrada al país?

 

Son muchas las razones para que esto suceda, van las explicaciones desde lo presupuestal, que no hay recursos, que no se pueden focalizar ni priorizar inversiones para las fronteras, que todo el país es igual, cuando en realidad el Constituyente de 1991 le dio el carácter especial a las fronteras (Artículos 289 y 337), pero como en realidad la Constitución se está despedazando y desinstitucionalizando, entonces qué más da.

 

Y de nuevo, hay que sumar a la falta de razones, las peleas con los vecinos, las provocaciones, el interés por lo local a través de los Consejos Comunales y la espalda a los problemas internacionales con Nicaragua, Venezuela, Ecuador, por no mencionar sino los conflictos más conocidos.

 

El pasado 30 de septiembre la Comisión Segunda Constitucional Permanente de la Cámara de Representantes citó al Gobierno Nacional en pleno para que le diera explicaciones y apoyo a una propuesta de Ley para reformar la Ley 191 de 1995 o Ley de Fronteras, la cual está desactualizada y que sólo le sirvió a algunos departamentos fronterizos. La respuesta del Gobierno Nacional supuestamente estuvo fuerte: presencia del canciller con otros cuatro ministros, hacienda, ambiente, comercio y educación y cuatro directores de peso pesado; DIAN, DAS, DNP y Acción Social. Pero, ¿qué pasó? Nada. Los Ministros hablaron de lo que hacen, del presupuesto programado para 2010 y dos o tres cosas más sin mayor interés, es decir, en síntesis, nada.

 

Infortunadamente los Parlamentarios entendieron que la presencia del Gobierno en pleno era una loable muestra de su apoyo a la iniciativa legislativa, cuando en realidad y leyendo entre líneas al Gobierno, les dijeron que no.

 

¿Será que de nuevo habrá que esperar otros cuatro años para que por fin este Gobierno de doce años pueda hacer algo por las fronteras del país? En realidad no. Entre los Candidatos a la Presidencia ya se escuchan voces de aliento, de cambio, de transición a una verdadera nación democrática, donde las fronteras hagan parte del territorio nacional, sean fronteras terrestres o marítimas, pero que de verdad sean parte importante del territorio nacional, que se involucren al crecimiento y desarrollo económico y no sólo lo vean pasar por sus narices.