Finalizando los años ochenta y entrando en la década de los noventa, colombia vivió un cuento de mafias difícil de olvidar que dejó a su paso muchas cicatrices. fue una época, en la que el dinero fácil, los lujos o extravagancias generaban una zozobra cotidiana, los homicidios producto de bombas, ataques o enfrentamientos eran el pan de cada día. sin importar los estratos sociales, la cultura del narcotráfico penetró todas las esferas de la sociedad colombiana; sumado a esto, el consumo indiscriminado de narcóticos atravesó los patrones culturales, haciendo que los jóvenes de aquella época valoraran y hasta hablaran diferente. pocas fueron las enseñanzas y muchos los errores cubiertos con horrores.
Después de tantos años y de tantos esfuerzos para olvidar, remediar y reparar, y cuando se creía que había cesado la horrible noche, hoy la televisión nacional se empeña en revivir y presentar noche a noche las imágenes, los discursos y las trampas de personajes que nada aportan en valores y virtudes, haciendo remembranza a esa cultura mafiosa; seriados o programas como “el capo”, “las muñecas de la mafia” y “pandillas, guerra y paz”, se están robando la atención de las familias colombianas, acrecentando, en algunas de ellas, el deseo de conseguir dinero fácil en medio de las más altas tasas de desempleo que vive el país actualmente. estos programas se están convirtiendo en escuelas virtuales de sicarios donde sin duda alguna, mucho de lo allí visto y aprendido es practicado por algunos que se consideran vivos y atrevidos. ¿dónde está la comisión nacional de televisión? ¿quién vigila y cuida los contenidos de la televisión en este país?
En otros tiempos y con menos canales de televisión, la familia entera disfrutaba las noches con programación variada; se veían programas como: “don chinche”, “dejémonos de vainas”, “vuelo secreto”, “compre la orquesta” y otros más, que no tenían ingredientes violentos, no incitaban a las armas ni utilizaban lenguajes soeces. como poncio pilatos, las programadoras se lavan las manos, exhibiendo en segundos, diminutos y ridículos avisos que informan que la programación es para adultos. después del aviso, todo se puede y todo se vale. no contentos con las emisiones diarias, ocupan espacios de los fines de semana, inclusive los festivos, para hacer resúmenes de estos seriados; tanto trabajo y esfuerzo de algunos gobernantes locales y nacionales por levantar la imagen positiva del país en el exterior, para borrar con el codo todo lo que se ha hecho. es más que suficiente la publicidad, la “literatura” y el cine donde se resalta la cultura mafiosa; llegó la hora de resaltar lo bueno del pueblo colombiano.