Balmore González

Por: Balmore Gonzalez Mira 

Tal vez lo más práctico y  fácil para cualquier gobernante es pretender solucionar los problemas de la comunidad a través de decretos “muy estudiados” que solo son paños de agua tibia, como en los casos  de movilidad y de contaminación llenando de restricciones al ciudadano, porque de esa manera le cuadran las cifras estadísticas a la entidad que los propone, pues en sus cuentas,  si salen de circulación un número determinado de vehículos, se dejan de emitir tanto porcentaje de gases y por lo tanto son menos partículas disueltas y etc, etc, etc;   y en movilidad,  el flujo se reduce hasta en tanto por vías arterias y tanto por secundarias y así los vehículos que van de sur a norte y los de oriente a occidente y  bla, bla, bla. Mamola.

Es increíble que en el país lo que no se pretende arreglar con una ley, una ordenanza en los departamentos o con acuerdos en los municipios, solo sea solucionable a través de las restricciones a los ciudadanos. Respirar también contamina y no se demora el padre de la patria en proponer a través de una ley, y esta sí estatutaria, pico y placa  para respirar, toser y otros actos ciudadanos que llevan a la contaminación del aire. Nuestros expertos y en muchos casos  brillantes científicos del medio ambiente quieren meternos los dedos a la boca para hacernos creer que los vientos arenosos del Sahara y los vehículos,  que aún circulan en la ciudad, son los únicos responsables de lo que pasa con el aire; o que 18 árboles más o 18 árboles menos harán la diferencia entre si nos enfermamos o no por culpa del contaminado aire, que además se puede prever como y cuando sucederá.  Es evidente a simple vista lo que vemos pero si de medidas se trata, solo en las dictaduras y no en los estados sociales de derecho, se está restringiendo la movilidad de los ciudadanos cada que la administración es incapaz de controlar lo que constitucionalmente está obligada a hacerlo.

Es increíble la pasividad de los ciudadanos colombianos que no podemos disfrutar las 24 horas de los vehículos que se han adquirido  y no somos capaces de levantar la voz de protesta y no hemos pedido que se descuenten los valores de seguros, impuestos, tasas e imposiciones a que están sometidos y muchos de esos son la única herramienta de trabajo de millones de familia que están en el subempleo. Es como si a uno le prohibieran varias veces al mes que no puede ir a dormir a su propia casa o que para no seguir creciendo en población impongan pico y placa a las relaciones sexuales de procreación,  dependiendo de los tres últimos dígitos de la cédula del cohibido ciudadano.

Porque no empezamos por establecer una verdadera, responsable y seria política de chatarrización; una construcción de vías elevadas y subterráneas que conduzcan a verdaderas soluciones de movilidad con carriles diferenciales para tipos de vehículos; incentivos reales para uso masivo de servicio público y desincentivar el uso del carro particular ocupado por una sola persona, pero no a punta de restricciones al uso y disfrute del bien adquirido y por el cual se paga todo el año y no se le descuenta el tiempo de no uso al ciudadano; porque queda absolutamente claro que se incentiva la compra de varios carros  en los hogares con capacidad adquisitiva y de motos en los de menos ingresos para poder laborar, cuando este es el instrumento para ello.    Medellín y las ciudades de Colombia  hoy más que nunca requieren de decisiones de gobernanza que transformen el comportamiento ciudadano y donde la cultura que se pretende implementar no sea un slogan que se cambia cada que hay cambios de gobierno. Como dice la conocida sentencia, hay que pensar más en las futuras generaciones que en las próximas elecciones.