Por: Gabriel Zapata

“He crecido muchísimo, pude surtir mucho más mi negocio y tuve la oportunidad de cultivar. Hace 4 años obtuve el crédito que me ha ayudado a financiar el estudio de mi hijo y comprar más flores y la moto para los domicilios. Mi gran sueño es que me presten para poder comprar el local para mi negocio”… es el testimonio de un vendedor de flores en Medellín, al referirse a la entidad que le prestó dinero para hacer realidad su sueño y el de su familia. De la posibilidad de alcanzar sueños similares para miles de colombianos, nos ocupamos por estos días en el Congreso al presentar ponencia para segundo debate del Proyecto de Ley que ordena a las entidades financieras facilitar el acceso a los servicios de crédito a las poblaciones de escasos recursos que generalmente son marginadas del sistema bancario por no tener como soportar el nivel de endeudamiento.

En tal sentido, la pretensión radica en que las entidades financieras ofrezcan microcréditos preferenciales para estimular el acceso al crédito de la población de exiguos recursos y de esta manera promover la creación de pequeñas empresas y con ellas la generación de empleo en el país.

El proyecto de ley contempla que las entidades financieras destinen hasta el 15% del total de sus colocaciones para los microcréditos, y que de este porcentaje al menos el 50% se destine a los estratos 1,2 y 3 de la población. Dejando claro que los establecimientos cuya actividad principal es la colocación de pequeños créditos puedan disponer para tal fin hasta del 100% de sus recursos.

Dicha iniciativa le garantiza a los deudores de los microcréditos la no penalización, ni el cobro de comisiones por los abonos anticipados al capital adeudado; igualmente de aprobarse esta ley, se eliminaría la tasa de usura para dichos créditos, cuyaautorización no estará sujeta a la existencia de garantías reales, sino al plan de negocios que presente el cliente.

Desde la creación del microcrédito por los años setentas y cuyo referente obligado mundialmente es el fundador del Banco Grameen en Bangladesh y fundador del Banco de los pobres, el economista Muhammad Yunus; el microcrédito ha vivido un proceso evolutivo que si bien no escapa a duras críticas, ha posibilitado que millones de personas sin recursos puedan acceder a pequeños créditos y así financiar sus proyectos. En Latinoamérica, países vecinos como Ecuador, Perú y Bolivia, son ejemplo de cómo el microcrédito se ha expandido y ha logrado convertirse en un modelo de negocio eficaz para favorecer a los más humildes casi siempre excluidos del sistema bancario tradicional.

En Colombia a pesar de que existen más de 2 millones de pequeñas y medianas empresas que generan más de la mitad del empleo, se considera que los esfuerzos se han quedado cortos frente a las necesidades de financiación de los microempresarios, de allí la urgente necesidad de sacar adelante este proyecto de ley que busca mejorar los ingresos de los hogares, generar fuentes de trabajo, disminuir los niveles de pobreza y exclusión social; y lograr mayor formalización de la economía, pues el 80 por ciento de la actividad productiva del país depende de las micro, pequeñas y medianas empresas. Esto sin contar que si se generan condiciones favorables para que la gente adquiera capital para sus negocios, se le arrebataría a las pirámides y a los préstamos gota a gota o paga diario, una porción importante de la población que por necesidad o ingenuidad sucumbe ante el espejismo del dinero fácil que termina a valores descomunales.