Balmore González

Por: Balmore Gonzalez Mira

Colombia goza de extraordinarias regiones que  nos asombran con su belleza, su productividad y las maravillas con que la naturaleza las ha premiado; desde Leticia hasta la Guajira y desde el Chocó hasta Puerto Carreño, nuestra geografía cuenta con paisajes tan disímiles como hermosos, donde fácilmente puede el ser humano pasar de las fotografías ópticas  de las montañas a las más extensas  llanuras y del espeso bosque tropical  al más árido desierto sin tener que traspasar sus fronteras.

Disfrutar de nuestras maravillas naturales como El cabo de la Vela en La Guajira o Caño Cristales en El Meta, el desierto de La Tatacoa en Huila; las Islas del Rosario, las de Providencia,  entre muchos otros, solo puede hacerse en esta patria llena de grandes sorpresas; Antioquia no es la excepción y para muestra y gran orgullo nuestro, podríamos hablar  del Parque Nacional Natural de las Orquídeas ubicado y compartido por los municipios de Frontino, Urrao y Abriaquí que cuenta con más de 170 especies de estas espectaculares flores exóticas que con su hermosura natural alimentan el ojo y el alma de quien las conoce.   El Corredor de las Alegrías, ubicado entre los municipios de Anzá, Caicedo y Santa Fe de Antioquia, páramo de gran reserva; y muchos otros parques como Los Katios,  Paramillo y La Serranía de San Lucas para mencionar algunos, nutren el inventario de las grandes riquezas que en esta materia nos rodean. Muchas como áreas protegidas, otras como reserva y varias de ellas con problemas de deforestación y erosión por culpa de la mano destructora del hombre, que las ha llevado hasta límites de extinción de especies de flora y fauna.

En el Municipio de Necoclí, en el Urabá antioqueño, bello poblado a quien se adjudica fue fundado por don Alonso de Ojeda y es considerado la puerta de entrada de los conquistadores españoles, con su ubicación geográfica estratégica, ha sido bendecido con por lo menos cuatro sistemas ambientales que requieren ser protegidos con urgencia, máxime que a esta zona la acosa el desarrollo con obras de infraestructura y unos puertos marítimos que harán que esta región sea el potencial Hong Kong de América.  La Ensenada de Rionegro, los Sistemas de Manglares, los Volcanes de Lodo y la Ciénaga de la Marimonda,  conforman lo que podría ser el mayor activo ambiental que, además de estar en una misma región, hacen parte del inventario de un solo municipio; privilegio que me atrevería a asegurar solo tiene en el mundo la población de Necoclí, ese extraordinario municipio urabaense.

El ambicioso Plan de Desarrollo de Antioquia, construido bajo los parámetros de pensar  en grande, nos lleva a proponer que en estos lugares únicos en el planeta,    se tenga que crear un lugar de exclusiva denominación, constituyéndolo en piloto en Colombia y que podríamos  denominar algo así como  “Zona Especial de Reserva Turística Ambiental” y que se reglamente con especial cuidado su conservación, utilización y disfrute por parte de los visitantes. Quiere ello decir que si bien los lugares podrán ser visitados por propios y extraños, debe prevenirse allí cualquier daño y explotación irracional de la mano destructora del hombre. Otro  propósito que nos lleva a pensar que estos sistemas constituyen un ícono turístico para Antioquia, Colombia y el Mundo, es su inconmensurable belleza, pero con un alto riesgo de destrucción y por ello proponemos llevarlo y documentarlo ante la Unesco para que sea declarado con toda urgencia como Patrimonio de la Humanidad.

Hemos comenzado pues la tarea conjunta con la Gobernación de Antioquia y varias de sus dependencias, con  Corpourabá y la alcaldía de Necoclí, para lograr que esta realidad maravillosa que hoy tenemos, no se nos convierta en una pesadilla y dejemos que la degradación sea el lamento de las próximas generaciones. Es hora de comenzar a proteger nuestras riquezas ambientales para que saldemos la deuda histórica que tenemos con el daño que hemos ocasionado al planeta durante estas últimas décadas que supuestamente son las del desarrollo.  Los Planes de desarrollo y los Planes de Ordenamiento Territoriales modernos deben apuntar hacia la consolidación de políticas públicas que protejan e incentiven el desarrollo sostenible. Hacia allá es el camino.