Por: Diego Calle Pérez. Historiador. Universidad Nacional de Colombia. Sede Medellín.
El día 11, del mes 11, a las 11 de la mañana de 1918, hace 100 años, la delegación Alemana firmo el armisticio para acabar cuanto antes la llamada “guerra de trincheras”. La población alemana sufria directamente las consecuencias del bloqueo de los aliados. Se calcula que solo en Alemania provocó más de 750.000 muertes. Los Alemanes pasaban penurias físicas, también soportaban todo el daño psicológico que conlleva una guerra.
A todas estas circunstancias se unió la solicitud búlgara de un armisticio. Aquello significaba que Alemania quedaba incomunicada con el Imperio Otomano. Era la decadencia del Imperio Austro-Húngaro. El Presidente de los Estados Unidos Thomas Wilson propuso un armisticio de catorce puntos, recomendando la formación de un gobierno democrático.
El Congreso de Viena (1814-15) definió un orden geopolítico sin grandes cambios. En este, el formato imperial era una constante y las reglas de juego estaban a favor de las monarquías conservadoras europeas. El escenario internacional se mantenía orientado a lo que se diera en Europa, mientras las otras regiones del mundo eran secundarias. De esa forma, con la guerra se presentó un nuevo orden, con estados nacientes en protagonismo, tales como Japón y los Estados Unidos, y se dio el fin de los imperios.
Un segundo factor, tiene que ver con los tres determinantes de ese nuevo orden mundial: la libre autodeterminación de los pueblos; la instauración de la democracia-socialista, para el caso alemán; y la implementación de un sistema de seguridad colectiva, sobre el que descansaría la naciente Sociedad de las Naciones, precedente inmediato del actual sistema de Naciones Unidas.
En tercer lugar está el hecho geopolítico de nacimiento de, por lo menos, 10 nuevos países en el corazón de la Europa Oriental. Sin duda, ese movimiento de tierras modificó el esquema de comprensión geográfica del continente hasta el punto de generar nuevas alianzas y coaliciones que, infortunadamente, son la esencia causal de la Segunda Guerra Mundial.
El 28 de junio de 1919 se firmó el tratado de paz en el palacio de Versalles. En él se determinaron, entre otras cosas, las nuevas fronteras de Europa.
Alemania era obligada a renunciar a sus colonias y, con ello, al proyecto imperialista iniciado a finales del siglo XIX. Perdía un 13 por ciento de su territorio. Alsacia y Lorena eran devueltas a Francia, Schleswig septentrional pasaba a Dinamarca y Eupen-Malmedy a Bélgica. Polonia volvía a ser restablecida, incluyendo la rica región minera de la Alta Silesia y Prusia Occidental, para que tuviera salida al mar. Las ciudades de Danzig y Memel fueron declaradas territorios libres. Prusia Oriental quedó aislada de Berlín, aunque seguía bajo su soberanía. La región del Sarre pasaba a estar administrada durante 15 años por la Sociedad de Naciones y sus minas serían arrendadas por Francia.
Por otro lado, aparece la figura de Hitler, que para ese entonces era un cabo del ejército, de la Alemania que termina humillada ante el resto de países del mundo. Será tema para otra columna. Tristes Guerras…