![](http://sinergiainformativa.com.co/wp-content/uploads/2009/03/rodolfoc.jpg)
La distribución de la tierra juega un papel fundamental en el desarrollo de la democracia, pues para que ésta última exista en el plano de lo político, lo primero que debe hacerse es democratizar la Economía. En Colombia el panorama es desalentador pues según datos oficiales, el 1,04% de la población es propietaria del 61% de la tierra productiva.
La reforma agraria ha sido la gran preocupación de los gobiernos liberales. Desafortunadamente en ninguno de ellos se pudo desarrollar cabalmente.
En un serio estudio del profesor Darío Fajardo, de la Universidad Nacional, se llegó a conclusiones alarmantes en materia de concentración y uso del suelo en Colombia.
Se constató, por ejemplo, que Colombia se encuentra entre los países de América Latina con menor abundancia relativa de suelos arables. Según datos de la FAO, únicamente el 3,6 por ciento de la tierra total puede ser incluida dentro de los suelos arables. A esta limitación se añade el uso inadecuado de los suelos. Según el Instituto de Geografía Agustín Codazzi (IGAC), en Colombia hay 9 millones de hectáreas aptas para la agricultura, pero se utilizan para este fin únicamente 5 millones.
En cambio, hay 19 millones de hectáreas aptas para la ganadería pero se utilizan 40 millones, de las cuales sólo 5 millones son tierras de pastos mejorados, mientras que el resto (35 millones de hectáreas) se explota de manera extensiva. En conjunto, el 45 por ciento de los suelos del país se destina a usos inadecuados. Según la Encuesta Agropecuaria del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) (1996), la distribución de la propiedad sigue un patrón de uso del suelo que no favorece a la agricultura: las explotaciones más pequeñas (menores de 5 ha), que equivalen al 46,8 por ciento del total de las fincas y que controlan solamente el 3,2 por ciento de la tierra, destinan el 38,6 por ciento de su superficie a usos agrícolas, mientras que las explotaciones mayores de 200 ha, que equivalen al 2,8 por ciento del total de las fincas, controlan el 39,0 por ciento de la tierra y solamente destinan a usos agrícolas el 2,5 por ciento de su superficie, sin que se observen diferencias en la productividad que sugieran un mejor aprovechamiento por unidad de superficie en las explotaciones mayores.
Así las cosas, es evidente que el próximo gobierno, que ojalá sea socialdemócrata, por fin de a los colombianos la reforma agraria que siempre han necesitado.