Por: Jorge Mejía Martínez

Excelente discurso de Juan Manuel la noche de su victoria. Su propuesta eje de construir un gobierno de Unidad Nacional, para superar la polarización edificada durante los ocho años del gobierno Uribe, adquirió cierta credibilidad luego de reiterar la invitación incluso al Partido Verde y de la superación de incidentes, aparentemente sueltos o aislados, de adhesiones molestas para el Presidente pero bienvenidas para Santos, como las de Germán Vargas y César Gaviria. Aunque el ex presidente fue recibido con regaño por atreverse a invitar a Santos a tomar distancia de algunas de las cosas graves que nos han escandalizado, allí se sentó. Se trata de un incidente con aristas que solo el tiempo se encargará de dilucidar: ¿la llegada de Gaviria fue conveniente por que tiene posturas firmes frente a hechos y prácticas que no queremos repetir en Colombia? ¿la respuesta escrita de Santos a Gaviria no aceptando las criticas fue simplemente electoral, para no espantar los votos de Uribe o de verdad el hoy Presidente electo comparte lo que a Gaviria y muchos colombianos produce “asco”? Otra muestra del afán de Santos por enderezar entuertos: Inmediatamente salió electo concretó un encuentro con las Cortes, que siguen ofendidas por las reiteradas muestras de irrespeto a las decisiones judiciales desde el gobierno nacional, a quien le han negado cualquier posibilidad de reunión. Santos volvió a hablar del símil, tomado de algún gobernante norteamericano, de los tres bueyes que  deben ser distintos, pero tirando para el mismo lado. Hablaba de los tres poderes. Voté por Mockus entusiasmado por su propuesta anticorrupción y pro cultura de la legalidad, no sin desaliento por lo ocurrido con el candidato en las postrimerías de la campaña, pero creo que a Santos hay que abrirle un compás de espera, a sabiendas que el pesimismo está plenamente justificado por su permisividad con compañías corruptas y politiqueras tras las prebendas del próximo gobierno.

Un descomunal esfuerzo de gobernabilidad, porque será intentar un mandato anticorrupción y anticlientelista, con respaldos corruptos y clientelistas. Si Santos tiene voluntad real, debe privilegiar el apoyo abrumador de nueve millones de votos, por encima de los respaldos interesados de la mayoría de congresistas. Al fin y al cabo sobre el congreso próximo recaen todo tipo de sospechas después de su cuestionada elección el 14 de marzo. Ese manto negro de duda estará ahí presente y si el gobierno  no quiere defraudar a los colombianos como ocurrió con el actual mandato –prometió luchar contra la politiquería y la corrupción- será un argumento para impulsar salidas políticas de fondo, estructurales, como una espada de Damocles sobre el parlamento. Soñar no cuesta nada.

Otra incertidumbre a despejar será la actitud de Santos frente al Partido Liberal. Y no al contrario. Ya sabemos que salvo unas muy pocas excepciones -entre ellas las de Rafael Pardo, Aníbal Gaviria, Eugenio Prieto, Oscar Marín, Luis Fernando Velasco y otros- la bancada liberal se entregó de bruces sin ninguna negociación programática de por medio.  Peor aún, algunos estuvieron con Santos desde antes de la primera vuelta. ¿Intentará recoger al liberalismo, como sugieren por ahí? ¿Recoger qué? Si a Santos le están sugiriendo que vuelva a juntar al Liberalismo que llevó a Samper a la Presidencia, pierden el tiempo por dos consideraciones que están entronizadas en la conciencia de la sociedad: Santos se irá del Partido de la U solo si el ex presidente Uribe Vélez lo saca a empellones y, no se justifica, porque lo que ocurrió después del proceso ocho mil, fue una depuración del Partido Liberal. Que quedó inconclusa.

PD: se fue Saramago, pero nos dejó sentencias sabias como esta: “Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay”.