Por: Jaime Jaramillo Panesso

Hecho de carne y duro hueso andino, el poeta antioqueño Miguel Ángel Osorio Benítez, cumple 70 años de muerto en este año de 2012. Nació en Santa Rosa de Osos, 1883 jurisdicción de Monseñor Builes,  murió en ciudad de México en 1942. De sus seudónimos queda uno marcado en roca: Porfirio Barba Jacob. Huía de su nombre registrado probablemente por rechazo a su natal origen y en parte al compromiso familiar. Siempre, en todo caso, usó nombres que ocultaran su verdadera nomenclatura identitaria, como si fuese un personaje de un mundo oculto, quizás también por sus simpatías políticas libertarias y anarco-literarias. Barba Jacob en su juventud fue soldado durante la guerra de los Mil Días, 1901-1902,  aquella donde sobresalió su paisano el General Rafael Uribe Uribe, y maestro de escuela, etapa cuando escribió una novela proscrita y destruida por el alcalde, razón suficiente para abandonar aquellas breñas y comenzar su vida errabunda, primero en Bogotá y luego el largo periplo por toda América Central y del Caribe. Entonces se hizo periodista para ganarse la vida y poeta para ganarse la muerte, porque esta será el tema central de su orgía poética: “¡Y estoy sereno! En medio del obscuro “Algún día”, / de la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos/ -¡el día del adiós a todo cuanto amamos!-/ yo evocaré esa hora y me diré a mí mismo, / sonriendo virilmente:-“Poeta ¿en qué quedamos?”-.

 

Barba Jacob es un poeta profundo, escaso en obra pero de hondo calado en la poesía colombiana e hispanoamericana. Modernista en la forma y sonoro en las palabras y combinaciones metafóricas, es más recordado por sus desgarraduras del alma y sus satánicas dilucidaciones que opacan lo esencial del poeta que “se parecía a un caballo”, por la morfología de su quijada y el tamaño frontal, como lo calificaba uno de sus amigos. Acuarimántima es una de las palabras más bellas del castellano, es también un poema, que en alguna de sus partes reza: “Carne, bestia, mi Amiga y mi Enemiga: / yo soy tú, que por leyes ominosas, / cual vago mimbre que meció una espiga/ te haces nada en el polvo de las cosas.”

Porfirio Barba Jacob ocupa el sitial más alto de la poesía colombiana con la Canción de la Vida Profunda: “Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos, /que nos depara en vano su carne la mujer: /tras de ceñir un talle y acariciar un seno, / la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer……. / Mas hay también ¡Oh Tierra! Un día…un día… un día /en que levamos anclas para jamás volver…/un día en que discurran vientos ineluctables. /¡Un día en que ya nadie nos puede retener!

La aventura política tenía en Barba Jacob el imperativo de la búsqueda y de cierto grado de auto victimación. Perseguido y expulsado por algunos gobiernos de América Central como en la Guatemala del General Ubico, ministro del Presidente Orellana, Barba recibía la soldaría ayuda de sus amigos y copartidarios también. Gustaba de escandalizar con sus versos y sus actos, desplantes parecidos a los de los nadaistas en la época de histrionismo levantisco o a los de Fernando Vallejo que trata de parecérsele sin que ninguno de ellos alcance la calidad poética de Barba Jacob ni de su angustiada vida errante de linyera paisa y colombiano: ”Te me vas, torcaza rendida, juventud dulce / dulcemente desfallecida: ¡te me vas! / Tiembla en tus embriagueces el dolor de la vida. / -¿Y nada más? / -Y un poco más.” (Nueva Canción de la Vida Profunda)

Barba Jacob murió el 14 de enero de 1942 por tuberculosis. Sus restos fuero repatriados en 1945.