Por: German Enrique Reyes Forero

Por denuncia colocada contra el presidente Uribe y las denuncias contra altos funcionarios del Gobierno por su comportamiento y actitud en la noche del 16 al amanecer del 17 de diciembre de 2008, me declaré impedido para participar, y hasta presenciar, la votación de la conciliación del referéndum reeleccionista del presidente Uribe. 

A las 11:43 de la noche del día 1 de septiembre de 2009, por Canal Congreso y el Señal Institucional, vimos el alboroto de la sesión plenaria de la Cámara; 85 Representantes votaron por el SÍ, contra 5 por el NO, entrecruzaron todo tipo de señales de triunfo ante destellos infinitos de cámaras; todos de pie, inmóviles, esperaron el abrazo por la misión cumplida, por los que remolcaron el triunfo: el ministro del Interior Fabio Valencia Cossio (especialista en este asunto); el ex consejero de paz Luis Carlos Restrepo (el de la ternura y la paz); el ex ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias (“Uribito”), el “escudero, soldado y gladiador”; el ex ministro del Medio Ambiente Juan Lozano, y decenas de funcionarios de la casa de “Nari” encargados de ejercer estricta marcación sobre los congresistas.

 

Todos al unísono sacaron celulares para compartir, no sé con quién, su júbilo de compromiso con la democracia. Al alboroto se sumaron a última hora los 5 “voltiarepas” de Cambio Radical para quienes, con exclusividad, introdujeron un artículo de la reforma política que permitiera ajustar, a como diere lugar, los 84 votos requeridos. Les sobró uno. Ah, faltaron los chocoanos Édgar Eulises Torres y Odín Sánchez, recluidos horas antes en el bunker de la Fiscalía por presuntos nexos o acciones de la parapolítica que tanto ha golpeado al Congreso de la República. Entre tanto, el presidente de la sesión Édgar A. Gómez, como para no dar muestras de parcialidad, permaneció inmóvil en su butaca, nada de emociones; sólo frotaba las manos por el deber cumplido, por el que, de alguna manera, compensarán con la torta del poder. Todos en manada y respirando aire de triunfo, abandonaron el recinto, mientras la subsecretaria, como cotorra, leyó una interminable lista de proyectos represados por culpa del referéndum. El presidente levantó la reunión, tan sólo con los funcionarios de la Mesa Directiva que no pudieron salir junto a los triunfadores. 

La plenaria empezó  pasadas las 9:00 a.m., pero cobró finura después de las 6:00 de la tarde cuando dieron rienda suelta al debate fríamente calculado. El presidente, con aire de demócrata, repartió milimétricamente el tiempo para los oradores; a unos veinte minutos, a otros quince, cinco, tres o un minuto. Todos por igual fueron despachados con la lapidaria frase “agradezco sus valiosísimos aportes”, sin poner cuidado a ninguna de las intervenciones. A sus copartidarios pidió, mil y mil veces calma; con dedo inquisidor señaló y regañó a quien salía del libreto; cada quien supo leer la partitura, luego de los ensayos en casa de “Nari”. 

Vinieron los discursos. El representante por la Guajira Bladimiro Cuello, con pasantía entre el Congreso y la casa “Nari”, reclamó a liberales la falta sensatez y calma de hermanos que los mantuvo unidos en los últimos cincuenta años de vida política del país. Contra lo establecido en los reglamentos, su catilinaria fue leída, ante el riesgo de que su discurso “veintejuliero” lo traicionara. El representante David Luna, con su juventud, como portaestandarte, no se imaginó el despedazamiento de una Constitución, la del Estado de Derecho, para la satisfacción del “gran jefe”. Todos “discursaron”: los que patrioterizan, los que se disfrazan, los que entran orgullosamente al palacio de “Nari”, los que son calvos por dentro, como para parodiar a Jacques Prevert. 

El referéndum fue aprobado, pese a sus 16 vicios o incumplimientos de los requisitos; con el certero cálculo del presidente que dirigió la sesión como manadas de vacas que pastan en el “Ubérrimo”, los votos aparecieron en pantalla, sin que los televidentes hayan visto lo de lo nominal y público. Queda pendiente que “el supremo” apele al pueblo para legitimar su dictadura, luego de esta patente. 

Siguen los cálculos en la Corte Constitucional. Parece que tres magistrados esperarían el guiño de “Nari”, tres pensarían en los vicios de procedimiento y tres estarían clasificados como indecisos. Ahora es el tiempo; unos miran entre septiembre y abril del próximo año, otros creen que se debe acortar al 10 de noviembre, para que el 30 “el supremo” salga a que le rueguen continuar como presidente otros cuatro años más y, si quiere, indefinidamente. Conseguir los votos es parte de las ferias fríamente calculadas. Esa es la autocracia o dictadura constitucional en el supuesto Estado de Opinión.