Por: Francisco Galvis
Aristóteles, Platón y Sócrates crearon en Grecia escuelas filosóficas que han llegado intactas hasta nuestros días y, hacia la primera mitad del pasado siglo XX, como que anduvo por estos andurriales cierto filósofo maicero apodado “Guineo”.
Nada se conoce en detalle acerca de la obra del gran “Guineo”, pero la tradición oral da cuenta que su gracia consistió en que nada de lo divino y nada de lo humano le fué ajeno.
Despuntando este siglo XXI irrumpen en la escena nacional tres conspicuos y adelantados seguidores de “Guineo”, no grecolatinos por fortuna, sino del fértil Valle del Cauca y de la región Caribe, a quienes como que les hace cierto daño la altura bogotana porque, no bien pisan esa tierra, se les alborota eso que el diccionario designa como divagación o verborrea.
Según el experto doctor Botero Restrepo, jurista y siquiatra, como que algunas personas de inferior estatura tienden a desarrollar unas lenguas más largas que las dadas al común de los mortales y que, por el uso y el abuso que de ellas hacen, terminan siendo conocidas como lenguaraces.
Me mortificaba escuchar especialmente a los tres sobreexpuestos senadores, de apellidos Benedetti, Barreras y Cáceres, dos de ellos invitados casi permanentes a “Hora Cero”, pero resolví volverme caradura y me di a la tarea de gozar con cuanta necedad pronuncian a través de los medios de comunicación, prospectos de voces que a trío podrían resultar arrobadoras a los oídos profanos de la turbada y vulgar audiencia.
Confieso que me levanto antes de despuntar el alba y que me acuesto a la hora en que dicen ya asustan las almas en pena, dado a la patriótica tarea de rastrear en estaciones de radio y televisión las declaraciones de aquellos meritorios próceres, verdaderos faros que guían a la República hacía su mejor destino por las aguas borrascosas de la política, la economía, la religión, la farándula, las relaciones internacionales, la crónica roja, la culinaria y de cuanto asunto esté por allí sin resolver.
A cual más, verdaderos espectáculos de la inteligencia: densos y profundos. Como se suele decir, son como tres océanos de conocimientos con escasos milímetros de profundidad. Ah!, pero a cuál más osado, como si dieran por sentado que el país los toma en serio y en esto sí que andan más perdidos que envolatados.
El estrés de la nación requiere de la activa presencia de ciertos graciosos actores en los medios de comunicación, porque son, como diría la canción, lenitivo para sus grandes males.
Tiro al aire: dos con una boleta y buses a todos los barrios. Volvieron Víctor, Mario y Augusto: ¡Los Chaparrines!