Autor: Rubén Darío Barrientos

Hacía 30 años que un presidente de la República no asistía a un congreso de una confederación general del trabajo. Santos, a menos de un año de tramo de su gobierno, lo hizo. Y en ese acto pasado, fue aplaudido a rabiar por 2.500 delegados de organizaciones sindicales nacionales e internacionales. Por supuesto, estaba acompañado por Angelino Garzón, el hombre que ha militado en muchos partidos políticos y que posa de ser un pro-sindical por antonomasia. El presidente, arengó de manera estentórea para que se fortaleciera en Colombia la línea sindical. Impactante, impensable y curioso.

La verdad es que el tema no es tan gratuito. Las discusiones en torno al TLC, pusieron sobre la mesa –a guisa de exigencia– los requerimientos para Colombia de ampliar las libertades sindicales, promover el ejercicio sindical y formalizar el trabajo, gabelas todas que conducían a una mayor apertura hacia los derechos de libertad sindical. Por ello, la presidencia de la República disparó pauta en torno a invitar a fortalecer el sindicalismo. Y, claro está, llamó la atención que ello dimanara de la cúpula gubernamental del país. También impactante, impensable y curioso.

Retrospectivamente, tenemos que en el 2011, se crearon 350 sindicatos; en el 2012, 485 y en el primer semestre de este 2013, van un poco más de 200. Buena parte de esos aumentos, dijo el ministro del trabajo Rafael Pardo, “Ha tenido que ver con la creación de estas organizaciones para hacer contratos sindicales (acuerdo colectivo de trabajo que está dentro de la ley), principalmente en el sector salud, y, hay que decirlo, han reemplazado a las cooperativas”. Bogotá, tiene la mayor tasa de sindicalización del país. Y hay un movimiento hacia sindicatos de industria más que hacia sindicatos de base, en donde los primeros están tomando vigor en las negociaciones colectivas.

 

Y siguiendo con el pasmo por lo que el gobierno hizo visible, tenemos que Héctor Fajardo Abril, secretario general de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), fue escogido como flamante miembro de la junta directiva de la ETB. También impactante, impensable y curioso. Por ese tiempo, el ministro del Trabajo ponderó y calificó como notable, el proceso de asociación que creó Carrefour, para dar origen al primer sindicato y el más grande del sector privado del país (vincula 4.000 trabajadores), con respaldo de la propia empresa.

En abril de este año, 28 mujeres empleadas del servicio doméstico de Medellín, constituyeron el primer sindicato con componente étnico que se crea en el país: la Unión de Trabajadoras del Servicio Doméstico, UTRASD. Súmele a ello, que hace pocos días se creó el sindicato de Defensores Públicos de Colombia y no ajeno a la misma línea de explosión sindical, nació en marzo de este año el sindicato Sintrametro, del Metro de Medellín. Los sindicatos tendrán que entender que tienen que defender las empresas, porque es claro que sin empresa no hay sindicato. El gobierno, tendrá que demostrar que lo suyo no era “dar bomba” ni algo oportunista (léase TLC). Hay expectativa. Pero sobre todo, pareciera ser que el sindicalismo ha resucitado, gracias al TLC, a Santos, a las redes sociales y a la coyuntura laboral del país.