Los colombianos debemos preocuparnos más como país de los comportamientos esquizofrénicos, paranoides y/o bipolares del Presidente de Venezuela, quien ha decidido invertir los “petrodólares” en armas y no en crecimiento y desarrollo de su país.
Chávez se cree el heredero de Simón Bolívar con autorización para reunificar la llamada Gran Colombia, comportamiento que podría estudiarse en un posible cuadro de esquizofrenia. Chávez tiene días muy alegres, en los que canta, tiende la mano, abraza y dice que ama a Colombia. En cambio, otros días ofende, insulta y manda al “carajo” toda la diplomacia anterior.
Los psiquiatras tendrían indicios para una impresión diagnóstica de un paciente bipolar, maníaco depresivo. Chávez ve en Colombia al país que lo va a invadir o que ,mínimo, se va a prestar para que Estados Unidos lo invada desde su territorio. Él vé amenazas por todas partes, se siente perseguido permanentemente. Un cuadro totalmente parecido a la paranoia.
La historia se caracteriza por estar llena de gobernantes paranoicos, esquizofrénicos y bipolares que le han hecho mucho daño a la humanidad.
De allí viene el temor a Chávez. De su afán guerrerista, de su incontrolable gasto militar, de su Movimiento Bolivariano armado, de sus alianzas no santas con Rusia y con Irán.
Muchos colombianos han tenido reparos del convenio de cooperación de Colombia con los Estados Unidos. Eso en realidad está bien. El Gobierno Nacional debe dar claridad y tranquilidad a los colombianos y a los países vecinos. Lo que no se ve bien es que no se le reclame y se le condene con la misma fuerza al gobierno de Chávez, por su afán belicista, guerrerista y armamentista.
Los gobiernos de América y los de todo el mundo deberían rechazar los comportamientos bélicos de Chávez, exigiéndole parar la escalada armamentista que hoy tiene, obligándolo a garantizar la democracia en su país y evitando una guerra entre países hermanos.