Por: Jaime A. Fajardo Landaeta
Luego de la definición por abrumadora mayoría del líder nacional del poder ejecutivo para el próximo periodo de gobierno, queda en el ambiente político la obligada pregunta: ¿y ahora qué? Diríamos que en el futuro inmediato, mientras se conforma el nuevo gabinete y se definen las alianzas inherentes a este tipo de procesos, debemos dedicarnos al análisis del mapa electoral para los comicios departamentales y locales que se realizarán en 2011.
Consideramos que no se pueden subvalorar las lecciones que arrojó el pasado debate presidencial, en donde si bien el Presidente electo ganó por un abultado margen de votos, también empezó a tomar cuerpo y fuerza una corriente de opinión hastiada de manejos clientelistas y de corrupción. Es una voz en crecimiento de potencia que está reclamando por la depuración de la política; un fenómeno que no sólo se materializó con el llamado Partido Verde y su candidato Antanas Mockus, sino que también se percibió, con insistencia, en las filas del candidato Santos: allí se escucharon muchos planteamientos orientados a la búsqueda de una real renovación, un cambio profundo en los partidos e incluso en quienes dicen representar las mayorías.
Podemos decir que empieza a tomar figura en el futuro electoral del país el reclamo de los colombianos por la definición de un conjunto de aspirantes que de verdad estén sintonizados con el querer y las necesidades de las regiones y de sus habitantes, que presenten programas definidos luego de amplios y democráticos procesos de participación ciudadana y en los que impere el criterio de defensa de los postulados constitucionales y legales; que rechacen las prácticas que permitieron el florecimiento de la ilegalidad en los ámbitos departamentales y locales.
La verdad es que si bien se requieren candidatos que de entrada muestren un sólido respaldo de los partidos y de los líderes políticos, necesitamos que no se dejen encantar por ello: también resulta urgente el concurso de personas que le muestren el sendero del cambio a las ciudades y departamentos.
Buscaremos candidatos cuya hoja de vida sea intachable, que propongan transformaciones de fondo en lo local, que acaben con el sectarismo y la polarización que hoy existe en Colombia y que muestren vehemente deseo de gobernar para la gente, a partir de las más imaginativas soluciones.
Precisamos también que -a más de salir de la entraña de la ciudadanía- respondan por sus actos, que no se dejen manipular por los corruptos, por los dueños del capital económico o del poder, por los medios de comunicación. Que sean claros y creativos en sus programas de lucha contra la pobreza, contra la miseria, así como en los siempre acuciantes temas de educación, salud, vivienda y empleo. Que se comprometan a combatir a fondo la criminalidad, el narcotráfico, el terrorismo, pero que a la vez sean los mejores defensores de los derechos humanos, de la Constitución y de la Ley. Que ante todo sean defensores de la vida de los colombianos y no le den la espalda a las víctimas del conflicto, hoy huérfanos de soluciones por parte del Estado.
Que a su vez la ciudadanía sea consciente de que debe comprometerse con el devenir de su ciudad y departamento. Que empiece por evaluar la talla de la hornada de próximos candidatos a las diversas corporaciones: es hora de detenerse en la honestidad que puedan reflejar las hojas de vida, en la transparencia de las actuaciones, en el apego a la patria chica, en la idoneidad debida.
Que interesante seria que el regional y local se maduren verdaderos procesos de participación y decisión ciudadanas, de los cuales salgan avalados los candidatos(as) que deben regir los destinos de ciudades y departamentos. E incluso, que desde las bases y regiones se propongan a quienes deben enarbolar las banderas de los diferentes partidos y movimientos políticos y no desde las oficinas de los dirigentes de cada organización.
Para ser justos, son muchos y muy capacitados los potenciales candidatos que podemos vislumbrar en el panorama político regional y local, y que pertenecen a uno u otro partido o integran la llamada franja independiente. ¡Que -por fin- este proceso arranque con pie derecho!