Balmore González

Por: Balmore González Mira

No solo por ser víctima en los últimos seis meses del hurto de tres bicicletas en la familia, sino porque el tema se ha venido generalizando en las tertulias hogareñas y preocupa cada día esta conducta criminal que a veces va asociada con la violencia, las lesiones personales y hasta con el secuestro exprés, con tentativas de homicidio  y hasta con el homicidio mismo; estas pequeñas herramientas de trabajo,  de deporte, de esparcimiento o diversión, son una de las presas favoritas de los dueños de lo ajeno, porque resulta ser muy fácil deshacerse de ella y venderla rápidamente a quienes andan en este comercio ilegal.

Así las estadísticas que nos enseñan las autoridades muestren leves descensos en el porcentaje de hurto de estos aparatos, lo cierto es que Medellín, al igual que Bogotá y Cali  muestran un incremento de robos de ciclas, que no es reportado por razones de inoperancia en el rescate y en lo engorroso que resulta poner una denuncia o en lo poco efectivo que es, hacerlo a través de la internet.

Si bien es cierto que hay que poner de parte de todos, dueños de las bicicletas, vecinos, ciudadanía y autoridad en general, para prevenir o disminuir el hurto de las mismas, es propio pedir a los fabricantes y vendedores un compromiso cierto, serio y de mayor responsabilidad que permita una mayor eficacia en la recuperación del vehículo de tracción humana hurtado; identificación, contramarcas, seriales y hasta chips de localización deben hacer parte de una gama de medidas que ayuden de manera frontal contra este delito menor, que ya adquiere dimensiones de gran mercado negro y de una economía subterránea de grandes proporciones.  Preguntas simples que se hace la ciudadanía como el control ejercido en deshuesaderos de carros y motos,  casi nunca se evidencia en los de bicicletas. La exigencia en las casas de empeño de la tarjeta de propiedad para poder prestar dinero en la misma. Unos seguros entregados con la venta de la bicicleta por la agencia que la vende para que se cubra todo o un porcentaje en la reposición del adminículo hurtado. En fin una cantidad de medidas que no se han tomado y que ayudarían a disminuir el hurto de este elemento que se ha convertido en parte de la canasta familiar de muchos hogares. Es hora que los fabricantes y vendedores de bicicletas se pellizquen o nos quedará la duda, de manera irresponsable,  si es que  harán parte del negocio para poder vender más.

No es suficiente con que promovamos el uso de la bicicleta, con que se hagan jornadas de ciclo vías, con que se construyan muchas ciclorutas y que vendamos la idea como una posibilidad de transporte económico y amigable con el medioambiente, sino pensamos en la protección de este bien, que en muchos casos se convierte en el medio de movilización de muchos trabajadores; que ayuda efectivamente a la movilidad, que va teniendo cada vez más adeptos en las universidades y colegios y que es una verdadera alternativa para sacarle el fuste a los trancones y hacer que la ciudad sea más sana y atlética.