Por: Eugenio Prieto Soto

Se abre un histórico y trascendental debate en el enfoque global de la política antidrogas, con el pronunciamiento de líderes e intelectuales mundiales de la talla de Kofi Annan, John Whitehead, Javier Solana, Louise Arbour, Ruth Dreifuss, Fernando Cardoso, César Gaviria, Ernesto Zedillo, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, entre otros integrantes del Comité Global de Políticas Antidrogas, al denunciar crudamente en el informe que presentaron la semana anterior en Nueva York, que “la lucha contra el narcotráfico ha fracasado”.

 

Soportados en cifras de la Organización de Naciones Unidas -ONU-, según las cuales, entre 1998 y el 2008, el consumo de opiáceos aumentó 35.5%, el de cocaína un 27% y el de cannabis un 8.5%, piden cambios “urgentes” en la política mundial antidrogas de responsabilidad compartida, según la cual, todos los países productores, consumidores y de tránsito adoptan las mismas reglas y garantizan una armonización de política pública y externa de lucha contra la droga. «Detengamos esta guerra contra las drogas y seamos más constructivos. No es paz en lugar de guerra, es una forma más inteligente de combatir el uso de drogas«, dijo el Ex presidente del Brasil, Fernando Cardoso.

Las cifras de la ONU, sobre el impresionante incremento en el consumo, ratifican la relación entre demanda y criminalidad en América Latina. El problema del narcotráfico es también económico. Es ley del mercado, que mientras exista consumo, habrá oferta. Mientras los países productores o de tránsito del mercado ilegal de drogas, sufrimos las consecuencias de este billonario negocio que nos utiliza, en los países consumidores sigue creciendo la demanda de estupefacientes. En Estados Unidos, por ejemplo, las investigaciones publicadas en el año 2008 revelaron ratas de consumo de droga del orden del 10% en marihuana, 2% de cocaína y 1% de heroína y crack.

Ante el informe del Comité Global de Políticas Antidrogas, el Presidente Santos expresó que Colombia tiene la autoridad moral, como ningún otro país, para participar en esta discusión global y que cualquier decisión tendrá que ser de consenso mundial. Al resaltarlo como un tema de seguridad nacional, reconoció que “…el narcotráfico ha sido la fuente de financiación de todos los factores de violencia de este país” y que «a pesar de haber desmantelado los carteles que tenían arrodillada la democracia colombiana, a pesar de haber extraditado a los capos y a pesar de haber reducido el área cultivada (…) el negocio continúa y sigue financiando al terrorismo y a los grupos violentos».

México y Centro América, son hoy, las nuevas víctimas del narcotráfico y de la violencia que lo acompaña para penetrar la piel de la sociedad, rompiendo vidas humanas, tejidos comunitarios y esperanzas colectivas. Los precedimos en la tragedia Perú, Brasil, Ecuador, Bolivia, Colombia, que hemos sido utilizados por redes mundiales de narcotraficantes para sus negocios ilícitos, perdiendo la vida de grandes hombres y mujeres e invirtiendo ingentes recursos en un combate que no ha tenido logros proporcionales al empeño de la sociedad por darlo.

No se trata, pues, de convertir la discusión en un asunto de militancias o de demandas propagandísticas. Debatir sobre la apertura de la despenalización de las drogas o acrecentar la inversión pública para su combate es un asunto tan serio que deberá involucrar a científicos, médicos, químicos y otras profesiones en la reflexión sobre usos alternativos de las sustancias en discusión para la salud humana, así como a la academia, educadores y salubristas sobre estrategias de formación que garanticen que otra estrategia no implicará más consumo. Por Colombia habla su lucha sin tregua, los cientos de miles de seres humanos fallecidos, las víctimas de su poder criminal, la sociedad que lo ha padecido, por ello tiene autoridad moral. ¡Que se inicié el debate!