Por: Luis Gonzalo Martínez Vanegas

Pese a las dificultades impuestas por la oposición, era natural que la mayoría de parlamentarios aprobara en la Cámara de Representantes el Referendo Reeleccionista. Era de esperarse, porque ya los colombianos con su firma habían avalado esa necesidad de reelegir al presidente Álvaro Uribe. Y es que ese  sentimiento reeleccionista está implícito en la conciencia ciudadana.

También es natural esperar que la Corte Constitucional ratifique con su estudio la aprobación del Referendo. Los nueve magistrados deberán  tener presente que el Congreso Nacional interpretó el querer del Pueblo Colombiano.

El Referendo dividirá al país entre opositores y uribistas, pero este fenómeno no es extraño porque es propio de las democracias maduras. Por eso, no debe atemorizarnos. Al contrario, debe llenarnos de fuerza y voluntad patriótica para respaldar a un Presidente coherente, preocupado no sólo por la seguridad de todos sus compatriotas, sino por elevar la calidad de vida de todos los colombianos con programas sociales y de infraestructura.

La misma geopolítica continental está llevando a Álvaro Uribe a un tercer mandato presidencial. El momento histórico de América lo llevó a someter su nombre a una contienda electoral, si se aprueba el Referéndo.

No se trata de un Plebiscito en el que sólo se pregunta al pueblo sobre la confianza que se le tiene al gobernante, como se hace en los regímenes autoritarios. ¡No! Es un Referendo en el que se le da oportunidad al pueblo para que se pronuncie sobre un texto Constitucional que trata de dar la posibilidad a un buen gobernante, sin importar su nombre, de hacerse reelegir.

Con las decisiones del pasado 20 de agosto y de este 1 de septiembre –cuando el Senado aprobó la conciliación del Referendo con 56 votos y la   Cámara de Representantes lo hizo con 85, respectivamente-, gana el pueblo colombiano porque continuará con un gobierno que sabe ante quién se enfrenta y cuáles son las soluciones para la prosperidad y  tranquilidad ciudadana.