"El proyecto de la clínica [de la Mujer], que es bastante bueno, se ha ido diluyendo con esta polémica [Interrupción Voluntaria del Embarazo] que ya es histórica, entre quienes están a favor y en contra", dijo el Alcalde Alonso Salazar al periódico El Colombiano el pasado 18 de septiembre, luego de una entrevista con el Arzobispo de Medellín; agregó “Para estos casos la atención se brindará en el Hospital General y la Red de Metrosalud”. Preguntaría, si este asunto es polémico, pese a su incorporación en los actuales planes de salud en cumplimiento de sentencia de la Corte Constitucional, ¿qué nos garantizaría que esta especie de objeción de conciencia no se institucionalice en nuestra red pública municipal?
Sabemos de la especialidad de atención integral a las enfermedades que afectan la salud y vida de las mujeres que, como producto de la concertación con miles de mujeres y sus organizaciones, fue concebido e incorporado en el Plan de Desarrollo, como mandato y no como capricho del gobernante de turno. Por supuesto que proyectos de estos, debían mantener sus escuderos. Luz María Agudelo Suárez desde la Secretaría de Salud de Medellín y Rocío Pineda en la Secretaría de la Mujer, afrontaron su responsabilidad en su defensa y desarrollo.
Con el proyecto de la Clínica de la Mujer, el Alcalde cautivó simpatía y votos; “Medellín ES solidaria y competitiva […]. Las mujeres se sienten muy alagadas por la construcción de la Clínica para la mujer propuesta incluida en el Programa de Gobierno”. A las mujeres con menos recursos se les ofreció vida, salud e integralidad; solución a miles de mujeres con menos poder y recursos económicos, sometidas a abortos en condiciones deficientes, con acciones discriminatorias y clandestinas. Fueron las piedras lanzadas a una sociedad de mojigatería.
La concertación finiquitada en el Plan de Desarrollo, entre actores con intereses opuestos, es un mandato. El tufillo demagógico del Alcalde, ante las contradicciones suscitadas, sacó la mano. Como cualquier politiquero y clientelista, creó una interinidad en su equipo de gobierno. De manera oportunista, en un plato exhibió las cabezas de las doctoras Luz María Agudelo y Rocío Pineda, como forma de congraciarse con los opositores de la Clínica de la Mujer.
A las doctoras LUZ MARÍA AGUDELO y ROCÍO PINEDA reconocemos su integridad ética y profesional y su lealtad de género desde mucho tiempo atrás, en su lucha en contra de la violencia y discriminación de la mujer. Ajenos a todo tipo de componendas y repartos burocráticos, y desde las orillas de la oposición, como POLO expresamos nuestro apoyo a las secretarias a quienes les fue aceptada la renuncia, y advertimos en el alcalde Alonso Salazar posturas a doble banda.