Margarita Restrepo

Por: Margarita María Restrepo

La del próximo sábado 2 de abril, no será una marcha más de las tantas que se han hecho en el país. Ese día, muchos colombianos, miles, decenas de miles o centenas de miles, saldremos a las calles a decirle no más al desgobierno, a las improvisaciones, a la falta de claridad y eficacia de Santos.

Nuestra economía hace agua. La acelerada devaluación, sumada a la caída en los ingresos corrientes de la nación por cuenta del bajonazo en los precios del petróleo, hizo que nuestra economía sufriera los rigores de la contracción. Lo que resulta inaceptable es que el gobierno no hubiera adoptado los correctivos necesarios, para hacerle frente a la desaceleración. El gasto no sólo no se detuvo, sino que estos seis años han sido de derroche y opulencia. La inversión se ha desmotivado, causando un grave daño a la generación de nuevas fuentes de ingreso.

Santos ha dado sobradas muestras de ser el peor administrador público de la historia reciente de nuestro país. Colombia pasó de ser una potencia en generación de energía de la región, a estar ad portas, nuevamente por falta de previsión, de un apagón. Las consecuencias para la industria de una medida en ese sentido, serán nefastas.

Nos dijeron los grandes medios que Juan Manuel Santos pasaría a la historia como el gran líder político regional, por su habilidad diplomática, sus buenas maneras y un inconfundible olfato. Puras fantasías. En materia de política exterior, este gobierno ha sido un verdadero desastre. La cancillería es rey de burlas. Nuestra integridad territorial ha sido menoscabada alevosamente, sin que Santos haga lo que corresponde de manera oportuna para evitar el desmembramiento de nuestra unidad territorial.

Los programas bandera de la administración, se han convertido en una vena rota cuyos resultados son francamente lamentables. Se nos anunció que la belicosa, agresiva, poco serena y bastante irracional ministra Gina Parody, le daría un vuelco a la educación. El programa “Ser Pilo Paga”, se convirtió en una mina de oro para que politiqueros y tramposos, todos amigos del Gobierno, se valgan del presupuesto nacional para hacer política.

¿Qué ha hecho el gobierno para fortalecer la justicia? Estos años de presidencia santista, desde la Casa de Nariño no se han ahorrado esfuerzos para motivar la politización de la justicia. La nefasta fiscalía de Eduardo Montealegre se constituyó en una vulgar muestra de cómo el Fiscal General de la Nación ejerció como un policía político, enfocado en la persecución a la oposición democrática y no a los criminales, como por ejemplo los saqueadores de la desaparecida Saludcoop.

La indolencia del gobierno es desafiante. Mueren los niños de hambre en La Guajira y paralelamente somos enterados de que el presidente mandó a instalar en la Casa de Nariño unas cortinas que le costaron 600 millones de pesos. Dicen que no hay dinero para los hospitales, pero nos enrostran la compra de aviones ejecutivos para que la Primera Dama pasee cómodamente por el país. Nos advierten que no hay recursos suficientes para la ampliación de la red de carreteras, pero no tienen ningún problema en ordenar la contratación de miles de millones de pesos con personas y “fundaciones” amigas que les preparen documentos en los que se aplauda la “formidable gestión del gobierno”. Hay seres desventurados  e ingenuos que pagan para que los amen y gobernantes que contratan a amigos para que los lisonjeen.

Todas esas razones son motivo suficiente para que el sábado, a las 10 de la mañana, muchísimos colombianos salgamos en todo el país a marchar y a manifestar de manera cívica nuestro descontento frente al gobierno nacional.

Algunos han dicho, que esta marcha es contra la paz. Tamaña mentira. Nuestras quejas van mucho más allá de los ostensibles fracasos de La Habana. Claro está que nos preocupa muchísimo que, eventualmente, se firme un acuerdo de paz que deje impunes a los responsables directos e indirectos de crímenes de lesa humanidad y que, de paso, habilite a aquellas personas para convertirse en actores políticos con capacidad de acceder a cargos de elección popular y libre nombramiento y remoción. Pero insisto, el descontento del pueblo colombiano frente al gobierno es gigantesco y ese es el motivo fundamentalísimo por el que los quiero invitar a que el 2 de abril salgamos todos a las calles a hacer manifiesta nuestra insatisfacción.