Más rápido de lo previsto, el humo blanco salió por la chimenea de la Capilla Sixtina señalándole al mundo que los 133 cardenales electores, reunidos en la segunda jornada del Cónclave, habían ya decidido quién será el sucesor del Papa Francisco, quien murió el pasado 21 de abril. La fumata blanca salió alrededor de las 6:06 de la tarde, hora de Roma, 11:06 de la mañana, hora Colombia.
Después de una ansiosa espera mundial por saber el nombre del sucesor de Francisco y si sería un representante de la tendencia “bergogliana” o progresista, moderada o de centro o conservadora o tradicionalista, el protodiácono francés Dominique Mamberti, encargado de formular el tradicional anuncio en latín ‘Habemus papam’, dio a conocer el nombre del estadounidense – peruano Robert Francis Prevost, quien nació en Chicago, Estados Unidos, pero tiene nacionalidad peruana, donde vio durante casi dos décadas y fue Obispo de Chiclayo.
Prevost ocupaba el cargo de Prefecto del Dicasterio para los Obispos, una de las posiciones más influyentes dentro de la Curia romana, desde donde tuvo un rol clave en el nombramiento de obispos durante el papado de Francisco.
En esa función, se destacó por promover perfiles pastorales más cercanos a las comunidades, especialmente en América Latina y África. Su relación cercana con el papa Francisco, quien lo nombró obispo en Perú y más tarde lo llevó a Roma, es vista como una señal de continuidad del progresismo o reformismo de Francisco, caracterizado por la sinodalidad, la ecología integral y la opción preferencial por los pobres, seguramente marcada por su experiencia misionera en el norte del Perú, donde se ganó el respeto y el cariño de sus fieles por su cercanía, su humildad y la defensa de los derechos humanos en contextos de pobreza y exclusión.
El Papa León XIV, nombre eligido por el cardenal Robert Francis Prevost, de 69 años de edad, se supone que significa la continuación de la línea de León XIII y su compromiso con la doctrina social de la Iglesia, el diálogo con el mundo moderno, la defensa de los más vulnerables, la protección al trabajador, la justicia económica, la dignidad humana y la renovación.
El Papa León XIII es recordado por su Encíclica “Rerum Novarum” (1891), considerado el documento fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia. En ella, León XIII abordó los problemas derivados de la revolución industrial, la cuestión obrera, el socialismo y el capitalismo, defendiendo el derecho a la propiedad privada, la dignidad del trabajo y el papel mediador del Estado.
La elección del Papa León XIV en casi 24 horas, por poco le quita el lugar de la elección más rápida hasta el momento al Papa Pío XII (1939), que duró 20 horas: fue elegido el mismo día en que inició el cónclave, con solo tres rondas de votación. Su elección fue facilitada por su papel clave como Secretario de Estado del papa Pio XII, su antecesor, lo que le otorgó una gran aceptación entre los cardenales.
El Papa que más se demoró en ser elegido fue Gregorio X (1271): 2 años y 9 meses (desde 1268 hasta 1271). A diferencia de Pio XII (y podría decirse, también, de León XIII), los cardenales se dividieron profundamente y no lograron consenso en el reemplazo de Clemente IV. Éste fue uno de los episodios curiosos en el proceso de elección de los sucesores de San Pedro, pues la población de Viterbo, donde se llevó a cabo la reunión de cardenales electores, se desesperó con la demora en la elección y decidió encerrarlos, les quitaron el techo y les redujeron la comida. Ésta presión los llevó a eligir a Teobaldo Visconti, quien ni siquiera era cardenal en ese momento.
Este episodio llevó a establecer reglas más estrictas, como el encierro obligatorio, “con llave”. De ahí el término “cónclave”.
El Papa León XIV se presentó al mundo como el Papa número 267 e impartió su primera bendición ‘Urbi et Orbi’ (’A la ciudad y al mundo’), con la curiosidad de haber dedicado unas palabras en español a la ciudad de Chiclayo y ni una sola palabra en inglés pese a haber nacido en Chicago.