Balmore González

Por: Balmore González Mira

Desde el momento de la definición por las fórmulas de vice que han escogido los candidatos a la presidencia, los colombianos nos venimos preguntando el por qué, para qué y de qué sirven cada uno de los escogidos. Aquí un breve ensayo, en el orden caprichoso del autor, obviamente con el respeto que me merecen opiniones en contrario.

Iván Duque ha escogido a Martha Lucía Ramírez en un proceso de consulta que resultó exitoso y ganador,  no solo por el resultado en las urnas, sino por la publicidad que le generó a esta que es hoy la fórmula ganadora. Martha Lucía aporta votos, experiencia y es el complemento perfecto, además que acerca a las bases del partido conservador.

Juan Carlos Pinzón para Vargas Lleras resulta una fórmula que ni suma ni resta y los confirma como el producto de la casa santista, reafirmado por la adhesión del oficialismo del partido de la U, más no por las bases del mismo que ya muchas están con Duque.  Petro escogió a la congresista Angela María Robledo por que es del partido verde, para que ella le reste votos a Fajardo que es su adversario natural, el enemigo a derrotar y poder pasar a segunda vuelta así sea con un mínimo de votos, si Duque no gana en primera. Le servirá haber escogido esta fórmula, si logra acabar de atraer a un grueso de los verdes, como ya logró traerse un buen paquete del Polo que no está acompañando ni a Fajardo ni a De lacalle.

Piedad Córdoba sólo necesitó del odio común  a Álvaro Uribe para escoger al suyo y su renuncia es consecuencia de no generar nada positivo para los colombianos. Más consistente fue la rebelde liberal Viviane Morales con su fórmula vicepresidencial, al seleccionar al de  una línea parecida a la suya y ya supera en las encuestas al negociador del proceso de paz. Finalmente dejo a De la calle porque Clara López nada de nada y lo único que hizo fue matizar más su candidatura hacia la izquierda, sin sumar votos reales a su candidato.

Y a Fajardo, que con Claudia López fue similar a como ha sido su campaña, ni ni, ni ni. Con el ingrediente adicional que ya su fórmula empieza a generar odios por sus insultos, injurias y calumnias que han sido su constante en la vida pública.

Ese es el panorama hoy de unas fórmulas que más de las veces son elaboradas con calculadora en mano, que con la coherencia o alianza programática que se establece para tal fin.