El municipio de Itagüí fue consagrado a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. La ceremonia de consagración fue presidida por monseñor Ricardo Tobón Restrepo, arzobispo de Medellín, quien estuvo acompañado por todos los sacerdotes de las diferentes parroquias de Itagüí y por el alcalde Diego Torres.
La consagración de Itagüí a la Virgen María es un acto simbólico y devocional, mediante el cual los habitantes de este municipio del sur del Valle de Aburrá se ponen bajo el amparo espiritual de la Madre de Dios. Es una manifestación de fe colectiva que implica el compromiso de buscar el bien común, vivir en fraternidad y promover valores cristianos en la vida pública.
La consagración a la Virgen María es una decisión espiritual y pastoral que expresa el deseo de que la Madre de Dios interceda por la ciudad y sus habitantes, proteja a sus familias, oriente a sus gobernantes y fortalezca la vida moral y religiosa de la Ciudad.
La elección de consagrar a Itagüí a Nuestra Señora del Rosario no es casual. Esta advocación mariana tiene profundas raíces en la tradición católica de Itagüí y hace parte de su identidad religiosa. La Parroquia Nuestra Señora del Rosario —ubicada en el corazón del municipio— ha sido, desde tiempos coloniales, el principal templo de la ciudad y el centro espiritual de miles de fieles.
Nuestra Señora del Rosario es una advocación que remonta sus orígenes a la promoción del rezo del Santo Rosario por parte de la Orden de Predicadores, los dominicos, en el siglo XIII. Se le atribuye una especial intercesión en momentos de dificultad, por lo que muchas comunidades la invocan como protectora de la paz, la unidad familiar y la justicia.
La peculiaridad de esta advocación radica en su vínculo con la oración del Rosario, que se considera una poderosa herramienta de contemplación y conversión. Por eso, consagrarse a la Virgen del Rosario es comprometerse también con una vida de oración, especialmente en torno a esta práctica devocional.
Monseñor Ricardo Tobón recordó que consagrar una ciudad a María implica una invitación a vivir según los valores del Evangelio: la humildad, la solidaridad, la justicia y la paz. El arzobispo exhortó a los itagüiseños a seguir el ejemplo de María como modelo de fe, obediencia y entrega a Dios.
Con esta consagración, Itagüí se une a otras ciudades de Colombia que han encomendado su destino a la protección de la Virgen María. En tiempos marcados por desafíos sociales, económicos y espirituales, este acto simboliza una búsqueda colectiva de consuelo, guía y renovación moral.
La Virgen del Rosario, patrona de los fieles que meditan los misterios de la vida de Cristo, se convierte así en faro y escudo de una comunidad que, desde la fe, quiere construir un mejor presente y futuro.