Rodrigo Pareja

Con motivo de la pavorosa crisis deportiva que padece el Atlético Nacional, la peor en los últimos treinta años, todos se han sentido con derecho a opinar sobre lo que debe o no debe hacerse para superarla.

Se han mencionado como posibles fórmulas salvadoras, por ejemplo, el traspaso del equipo a otras manos menos gaseosas y más conocedoras del andamiaje futbolero; el relevo total de la parte directiva; la barrida total en el aspecto deportivo y la democratización de su propiedad, entre otras.

Y los que más vociferan y pontifican, obviamente, son los cronistas deportivos, que para todo tienen una solución a la mano, lástima sí, que la ofrezcan cuando ya todo ha sucedido, es decir de manera extemporánea,  por lo que con tanto acierto el ex futbolista Valdano los llamó “los profetas del ayer”.

Nunca se les ha oído decir a estos marisabidillas de escritorio, decir que va a pasar con el proyectado cambio de un jugador en la mitad del partido. Eso sí, cuando la estrategia del entrenador no da el resultado esperado, salen presurosos a manifestar que el cambio debió haber sido por zutano, perano o perencejo.

En lo que sí han avanzado estos omnisapientes del balompié es en el onanismo mental, es decir en sumar, restar, multiplicar, dividir, sacar raíz cuadrada y otras arandelas dignas del cubano Baldor, para clasificar fantasiosamente, así sea de mentiras, a los equipos de sus preferencias, incapaces a punta de partidos y puntos ganados, de alcanzar una posición honrosa.

Volviendo al tema del Nacional, ahora se les ha ocurrido que la mejor solución es licenciar a todos los jugadores… ah, pero eso sí, que ellos renuncien voluntariamente para esquivar el pago de las correspondientes y legales indemnizaciones.

Sacan a relucir aquí su talante patronal y patronista, lo que permite preguntar, con toda razón,¿ a quién le estarán haciendo el mandado ?

Atlético Nacional es una empresa, y como tal debe ser manejada con todos los deberes y obligaciones en el campo laboral, y obviamente, con todas las consecuencias que esto implica. Pero no se puede pretender que los jugadores, que al fin y al cabo son unos trabajadores asalariados, renuncien a sus derechos para facilitar una solución y de paso mejorar los bolsillos de los patrones.

Que ganan mucho dinero ? Y es acaso culpa de ellos que les ofrezcan el oro y el moro ? Los que piden que los jugadores renuncien graciosamente para engordar los bolsillos de la Organización Ardila y allanarle el camino hacia una solución, estarían también dispuestos a hacerlo en sus respectivas empresas para ayudarle al patrón de turno ?

Es muy fácil hacer caridad con el dinero ajeno, o ganar indulgencias con padrenuestros ajenos,  aconsejar matrimonios y automedicar a los amigos. Pero cuando se trata del bolsillo propio, la cosa es a otro precio.

Como en el caso de las brujas, que las hay las hay, aunque no hay que creer en ellas. También en el periodismo, y en el deportivo con mayor razón, existe lo que se llama “el engrase”, y que nadie se venga ahora a dar golpes de pecho diciendo que esto es una infamia.

Si ha servido esta lubricación hasta para adjudicarle el honroso título de Don a ciertos personajes que es mejor no recordar.

Por eso es válido el interrogante del título y vale la pena repetirlo: a quién le estarán haciendo el mandado estos que les piden a los jugadores – es decir a los trabajadores de una empresa – que renuncien a sus derechos y conquistas para abultar la chequera del patrón ?