Por: Luis Pérez Gutiérrez
Hay un olor a podrido en la contratación pública, insoportable. La corrupción se ha vuelto similar a la peste del narcotráfico. Se propaga por todo el mundo y el Estado ha sido incapaz de derrotarlo. La Corrupción en el planeta alcanza límites que superan la ficción. Y como la droga, los esfuerzos estatales no logran contener ese mal.
Según Transparencia Internacional, en Colombia la corrupción crece de una manera desmedida. En corrupción, muestro país, cada nuevo año, se ubica en un puesto más indigno entre los países del planeta. En 2005, ocupó el puesto 55 en corrupción en el mundo. En 2006 el puesto 59. En 2007 el puesto 68. En 2008 el puesto 70. En 2009 el puesto 75. Y en 2010, el puesto 78. Vamos como el cangrejo. En los últimos ocho años, la lucha contra la corrupción de Presidencias, alcaldías y gobernaciones ha sido estéril, y por el contrario, se ha crecido ese mal.
EEUU y los países europeos tomaron la buena decisión que para derrotar la corrupción es necesario vigilar con severidad a los empresarios que capturan el estado.
En 2007, un grupo elite de 200 Fiscales Alemanes, encontraron que Siemens, la empresa más importante de ese país, había gastado cerca de 1.000 millones de euros en sobornos para obtener contratos en varios países. Fue destituida toda la cúpula ejecutiva y más de 270 empleados de la Siemens fueron enjuiciados.
En 2010, la misma Fiscalia alemana enjuicia a la empresa Ferrostaal, por 200 millones de euros que repartieron en sobornos para obtener contratos en Grecia, Colombia, Portugal y Argentina en negocios de submarinos, patrulleros y guardacostas.
A la empresa DAIMLER, dueña de los carros Mercedez Benz, EEUU la acaba de sancionar con 185 millones de dólares por pagar sobornos en 22 países.
Colombia tiene abundantes normas para penalizar a funcionarios públicos involucrados en corrupción, y asi debe ser. Pero muy poco ha hecho para castigar a los empresarios privados que capturan el estado ni nada para organizar la ciudadanía como veedora de sus recursos públicos.
Dentro del Estatuto Anticorrupción, Colombia necesita una ley de crimen corporativo que sirva para castigar a las empresas que usan el soborno como estrategia para obtener los contratos. Empresarios pagan sobornos a funcionarios y luego salen a denigrar de la política y a dictar clases de ética empresarial.
La empresa colombiana se tiene que comprometer de una manera más fehaciente en la lucha contra la corrupción. No pueden seguir pasando de agache.
Igualmente, el Estatuto Anticorrupción, debería incluir que Las Contralorías vuelvan al Control Anterior en las licitaciones para que se develen los trucos que se inventan unos y otros para corromper la licitación. Cuando se adjudican las licitaciones con engaños, el estado nunca vuelve a recuperar la plata. La Contraloría debería obligar a que los dineros de contratos públicos se manejen en cuentas aisladas y únicas que le permitan a los entes de control mirar su destinación.
Pero lo más importante, el Estatuto Anticorrupción debería obligar a Presidencia, Alcaldias y Gobernaciones a crear las Veedurías Ciudadanas contra la Corrupción, al fin y al cabo el dinero es de la gente. Organización Ciudadana contra la Corrupción! Y seria extraordinario que los Estudiantes Universitarios fueran los lideres de esas veedurías contra la corrupción. Los universitarios son personas educadas, con sueños de país y que quisieran que la pobreza, la hipocresía y los manejos mañosos se erradicaran de Colombia.
Si el estado no ha sido capaz contra la corrupción; si el sector privado no da muestra de erradicar las coimas ni censurar sus colegas corruptos, es necesario que ayude un nuevo actor: La Ciudadanía. Ciudadania Organizada contra la corrupción, y liderada por los estudiantes universitarios, es una estrategia capaz de crear una explosión contra los corruptos.