Por: Luis Pérez Gutiérrez
Donde hay urbanización hay taxis. No existe ciudad sin taxis. Es imposible imaginar una ciudad sin taxis.
Los taxis los conoce la humanidad en todos los estilos.
Cuando existía la esclavitud, a los mandamases y a sus amigos, seres humanos los transportaban a hombro, eran taxis humanos.
En muchas civilizaciones, los taxis fueron animales. Aún hoy en India, África, Colombia, animales son usados para transporte público con exclusividad. Coches y Animataxis, con elefantes, camellos, caballos y otros animales sin placas han servido como taxis. A 2009, Málaga España es famosa por los burrotaxis!
De otro lado, las bicicletas sirven como taxis, muchos países conservan la figura de bicitaxi. En la India, organizar las bicitaxis ha sido insoluble en los Mercados y en los Centros Urbanos.
Con la invasión mundial de las motos, Colombia enfrenta situación caótica de transporte público y de desorden público en mototaxis. Ningún gobierno ha podido con ellos, las medidas no pegan.
Y con la abundancia de automóviles y la escasez de vías, los taxis amarillos se propagan sin control por las ciudades de Colombia.
El exorbitante número de taxis se ha convertido en un problema ingobernable. Medellín tiene más taxis que Nueva York! Bogotá tiene tres veces más taxis que Nueva York!
Cada municipio y cada gobernante, a su manera, o a su antojo, amplía el número de taxis sin importar cómo afecta a los demás municipios conurbados.
Por eso el problema de taxis en el Valle del Aburrá es extremadamente complejo.
La Alcaldía de Medellín ha tomado la decisión de no permitir que un taxi matriculado en otra municipalidad, recoja pasajeros dentro del municipio de Medellín.
A primera vista parece una medida sana para evitar que haya tanto taxi en Medellín, pero en la práctica se ha convertido en una medida guerrerista.
Al problema de violencia que presenta el Área Metropolitana, se le agrega un nuevo ingrediente que indispone, cual es la pelea entre hermanos taxistas. Se viene presentando enfrentamiento entre taxistas de otros municipios contra los de Medellín y viceversa. Por falta de acuerdos entre los gobernantes no conviene estimular una guerra entre conductores de taxis.
Al Alcalde de Medellín hay que reconocerlo como el líder natural del Área Metropolitana, debe ser generoso, convocante y el líder para suscribir un acuerdo civilizado entre los municipios donde se defina una Secretaria de Movilidad Metropolitana que le de confianza a todos los municipios. O en su defecto, deben los alcaldes acordar un número de cupos o taxis para cada municipalidad de acuerdo con el número de habitantes y el desarrollo urbano. Si no hay un acuerdo entre los alcaldes de todo el Valle del Aburrá el caos no parará.
El problema toca también al Gobernador y a la Asamblea Departamental. El problema de Medellín se puede generalizar a todos los Municipios de Antioquia. Es prudente y sabio que los Diputados legislen con una ordenanza que construya los procesos para que a cada municipio de Antioquia se le adjudique un número máximo de taxis, de obligatorio cumplimiento. Si los Diputados no legislan lo debe hacer el Congreso. Si no se hace, la movilidad de vehículos públicos será un caos.
Y, el tema del conductor del taxi como ser humano y como trabajador hace parte del conflicto. El país está lleno de taxistas sin seguridad social, sin prestaciones, sin futuro para jubilarse. Con la ayuda del gobierno, se debe obligar a que a cada taxi sea conducido por un conductor al cual se le pague la afiliación completa a la seguridad social.