Balmore González

Por: Balmore González Mira

En varios estudios y análisis que se han hecho sobre esta extraordinaria región colombiana, se ha evidenciado el potencial de desarrollo que subyace en estas prodigiosas tierras y que podría haber aprovechado Antioquia si la zona se hubiera mirado con otros ojos. Urabá ha sido objeto de una explotación histórica desmedida desde que comenzó a descubrir que desde allí las inversiones podrían recuperarse mucho más rápido que en cualquier otra latitud. Solo miradas incipientes desde el centralismo se han posado sobre esta maravillosa extensión natural.

La anhelada vía al mar y el famoso Puerto de Turbo se convirtieron en fuente de riqueza para muchos empresarios que vieron la oportunidad de crecer sus fortunas, pero también de muchas personas que con pujanza y ardentía lograron forjar sus capitales con esfuerzos mayúsculos y futuristas. La Trocha, como se conoció por años a esta vía, que comenzó a construirse por allá a principios del siglo XX y que se constituyó en el sueño y obsesión de Don Gonzalo Mejía, según datos históricos, desde 1926; hoy 90 años después no ha logrado su culminación y ha aplazado este sueño permanentemente. En la década de los noventa celebramos con alborozo inusitado desde Santa fe de Antioquia, la Ciudad Madre, como se abría camino la nueva esperanza con la vía que cruzaba el filo de las laderas de Cativo y Pinguro, sacando del viaje las traumáticas Habas y Morrón. Hoy, con el trazado de las vías de acceso y el Túnel del Toyo, podemos concluir que estábamos equivocados con lo que dos décadas atrás celebrábamos y ya no somos más que cómplices y culpables de nuestra miope visión.

Los túneles, el construido y los por construir, y los mejoramientos sustanciales a la vía entre Medellín y el mismo Arboletes con sus 470 kilómetros de trayecto, abren una nueva esperanza que debe contemplar obras futuristas, con dobles calzadas y vías amplias donde no haya aquellas; zonas de descanso para transporte de carga y un sin número de servicios instalados que abran nuevas oportunidades de negocios en todo su recorrido y que dentro de 10 años no se queden cortos frente a lo que se viene en la región. Todo lo anterior es un escenario propicio para cuando entren en funcionamiento los puertos que se van a construir en el mar de Antioquia, con especificaciones que van a permitir un intercambio comercial y una apertura al turismo mundial, mayor que en cualquier otra región del planeta. Allí, aparte del exótico paisaje y de las riquezas ambientales, agropecuarias, deportivas, culturales, gastronómicas y sociales vamos a poder disfrutar de un crecimiento del PIB incalculable, con las consecuencias positivas del mejoramiento de la calidad de vida y la satisfacción de las necesidades básicas insatisfechas. Por ello, sin lugar a dudas, el mundo ha puesto los ojos en la Urabá positiva, la Urabá grande, la Urabá buena; en ese rincón donde queda la Mejor Esquina de América y que muy seguramente con un desarrollo ordenado y sostenible se convertirá en el Hong Kong de América. Y para ello todos los actores que allí determinarán su futuro deben aportar con mucha visión su capacidad de inversión de conformidad con lo que más se requiera; nada más visionario que la decisión del gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, que pensar en grande en el acueducto regional de Urabá, el distrito de riego para la región y apostarle a la cofinaciación de un puerto para ayudar a su rápida construcción, tarea en la que los Alcaldes urabaenses son protagonistas principales de su desarrollo.