Por: Sergio Moreno

Quizás todos recordamos al tristemente célebre Poncio Pilatos, quien al no querer asumir la responsabilidad por la muerte de Jesús, lava sus manos ante la multitud sedienta de sangre y odio. Hoy en Copacabana también vive entre nosotros la encarnación de Pilatos, si señores el Pilatos que ronda por el Concejo Municipal y que hoy día se lava las manos y que afirma que la coyuntura que se ha gestado en el municipio nada tiene que ver con las decisiones que toman en el seno de la Corporación los concejales de la mal llamada “oposición”, afirmación descarada que falta a la realidad,  porque para nadie es un misterio que la problemática se ha agudizado gracias a las continuas y malintencionadas maniobras de la “mayoría” opositora, entonces ahora la cuestión es clara, “Tiraron la piedra y ahora esconden la mano” o mejor, ahora  se las lavan, como hizo el procurador romano hace algo más de dos mil

años,  se pasó del papel de victimarios a víctimas, de lobos  a inocentes ovejas, de la manera más simple e hipócrita se intercambian los roles, y  finalmente toda la  responsabilidad ya es de el Alcalde Diego Echeverry, quizás ya se olvidó que diez meses se perdieron por culpa del debate insulso que se gestó en el Concejo por parte de la oposición al Plan de Desarrollo presentado por la Administración Municipal, cuántos obstáculos, cuántas talanqueras se le colocaron para finalmente no aprobarlo y obligar a la administración a acudir a otras instancias que fallaron positivamente y el Alcalde lo adoptó por decreto, o será que ya no se recuerda el esperpento de la moción de censura en contra de la ingeniera Claudia Marín, que sin ningún argumento(porque acá la “oposición” no sabe que es eso) y de manera injusta, con todos los vicios de fondo y forma que se quiera, se hizo efectiva solo por el capricho, de los autodenominados adalides del control político en el municipio. Para un alto porcentaje de los habitantes de Copacabana la cuestión es clara, la directriz emanada por el cacique político (hoy diputado) es: “No dejen trabajar ese HP”, premisa que repiten como loros los “grandilocuentes” concejales de la “oposición”, entonces a quien se le pretende meter los dedos a la boca, hoy las comunidades no son los mismos áulicos de otrora, hoy somos conscientes del jueguito que se viene gestando y que es claro que va en detrimento del desarrollo de nuestro municipio. Pero toda esa oscura maniobra está develada hasta en lo más ínfimo, ya el desgastado circo “chipeista”  está totalmente deslegitimado y ahora el pueblo ha tomado decisiones, y las consecuencias de ello las tendrá que asumir quien las tenga que asumir; porque la práctica señores,  la práctica, le está dando la razón no solo al pueblo sino también a nuestro Alcalde Diego Echeverry, a quien finalmente la historia absolverá.

Algunos afirman que el Alcalde podría gobernar por decreto, pero para todos es claro lo que implica políticamente gobernar a través de decretos, según mis pocos conocimientos en administración pública entiendo que no es lo ideal,  porque la concertación debería de ser el elemento central de todo debate que propende por mejorar las condiciones de vida de la población en general, por ende cuando un gobernante asume toda su administración por decreto (debido a que con el instrumento de  control político no es posible concertar) a la larga está asumiendo un gran riesgo, ya que se puede convertir en un arma de doble filo, que puede ser utilizada de manera malintencionada y alevosa por todos aquellos que esperan como carroñeros cualquier descuido, cualquier error; por eso es mejor ir paso a paso pero seguro, construyendo futuro, construyendo porvenir.

El control político es una herramienta que permite optimizar todo lo relacionado con la función pública en los municipios, pero este proceso solo se da de manera efectiva, cuando se hace con transparencia, con ética, con objetividad, con responsabilidad social; sin revanchismos ni odios, cuando va más allá de discursiva sin sentido, cuando no busca protagonismos, cuando los principios que lo rigen colocan en el centro a las comunidades, al pueblo en general, el control político no se puede hacer acatando las ordenes de ningún cacique político, el control político no tiene como objetivo fundamental el obstaculizar de manera recurrente y sistematizada toda la gestión pública, con el objeto de dejar mal parado a un Alcalde, desafortunadamente en Copacabana se hace todo lo contrario y aquellos que son los mecenas del concejo se contradicen en su retórica, porque todo aquello que debería ser lo fundamental en su función de concejal, se pierden en las batallas con los grandes “molinos de viento”, finalmente cabe preguntar, en Copacabana la “oposición” esconde o se lava las manos?