“El clientelismo es la puerta abierta a la corrupción”, afirma el exconcejal, exdiputado, exrepresentante, exsenador, exministro y profesor universitario, Armando Estrada Villa, quien además es coautor, con William Cerón Gonsález, del libro “El Clientelismo en Colombia”.

La corrupción desacredita al Estado, a la política, a los políticos y a la democracia. Por eso es que, equivocadamente, la gente no participa en los certámenes electorales: con su actitud apática y su comportamiento abstencionista la gente deja que los “patrones” -los políticos que ofrecen bienes y servicios a cambio de votos- y las clientelas -las personas que aceptan puestos y dádivas a cambio de votos- terminen perpetuando el clientelismo y la corrupción.

Los abstencionistas creen que castigan a los clientelistas, politiqueros y corruptos, pero, en realidad, terminan fortaleciendo ese sistema clientelar que hace uso de los recursos públicos para responder a intereses particulares.

La ONG Transparencia Internacional citada por Estrada Villa y Cerón Gonsález en su libro “Clientelismo en Colombia”, define la corrupción con “el abuso de posiciones de poder o de confianza, para el beneficio particular en detrimento del interés colectivo, realizado con base en ofrecer o solcitar, entregar o recibir bienes o dinero en especie, en servicios o beneficios, a cambio de acciones, decisiones u omisiones”.

Esta definición debe acercar a los colombianos al entendimiento de lo que significa el clientelismo, el cual se ha vuelto parte de la cultura política. Ella debe permitirles comprender que su hastío con la corrupción, expresado en la Consulta Popular Anticorrupción del 26 de agosto de 2018, debe llevarlos a actuar en contra: participando más en las decisiones democráticas y electorales y cerrando el espacio a quienes siguen haciendo del clientelismo su negocio con el abuso de los recursos públicos, en contra de las necesidades generales.