Edwin Franco

Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría

Sin lugar a dudas, la educación sigue siendo una de las mejores cartas de presentación de cualquier ser humano, lo cual no significa que quien no cuente con credenciales académicas no es que no tenga que mostrar, lo que se quiere indicar es que quien tenga la oportunidad de estudiar, debe aprovecharla, porque soy un completo convencido que la educación marca un antes y un después en la vida de cualquiera, es lo que permite el avance en todo sentido y lo que hace que se deje para siempre el atraso y la pobreza.

Parece mentira, pero en un reciente estudio se pudo demostrar en muchos países africanos, asiáticos, del medio oriente y aun latinoamericanos, que estudiar sigue siendo un privilegio, aclarando que el fenómeno es más acentuado en los tres primeros, que son millones, en porcentajes que sobrepasan el 50% de los niños y jóvenes en edad escolar, los que no pueden ir a una escuela por diversas razones, siendo las principales las guerras que padecen muchos países; la religión, que aunque se sabe que históricamente ha sido un arma de dominación de los pueblos y todavía hoy se utiliza con la misma finalidad y en cuyo nombre se han cometido y se cometen las más inimaginables barbaridades, es causa de la falta de escolaridad en millones de niños, sencillamente porque quienes detentan el poder monopolizan su interpretación y entienden y así lo imponen por medios violentos, que tener las más elementales enseñanzas, como lo es leer y escribir, va en contravía de lo que ellos pregonan en su enfermiza interpretación de la religión; y por supuesto, la pobreza es el infaltable elemento que hace que muchos, millones de seres humanos en el mundo, permanezcan en la ignorancia, pero lo peor, no puedan superar y dejar atrás esa vida llena de carencias y que luego, desafortunadamente en un círculo vicioso de larga duración, pasa a sus descendientes.

Y a quienes lo pueden hacer, a veces, no les faltan los inconvenientes. Estudiar debe ser un motivo de alegría para cualquier niño y nunca un motivo de preocupación y de tortura, que también es una situación que sucede:   se va a la escuela, pero se sufre hay veces por lograr una excelencia académica, bien por exigencia de los propios padres o de los profesores. Ni qué decir del bullying.

Viene de un tiempo para acá ocurriendo un fenómeno indeseable:   hay colegios o familias que por querer que sus estudiantes o hijos, según el caso, sean los mejores académicamente, olvidan que son niños y que como tales no pueden perderse de vivir esas etapas y sobe todo, ser felices, que es la sensación que debe generar el poder ir a la escuela o al colegio.   Se de un colegio que goza de un gran prestigio acá en la ciudad de Medellín donde ni siquiera tienen un profesional de la psicología para tender algún evento que sufra el estudiante, es tan alta la carga académica y tan alta la exigencia que conozco de varios estudiantes que se han retirado frustrados, tristes, con pereza de seguir estudiando, no tienen vida, fines de semana, épocas de semana santa y vacaciones de mitad de año, propias para el descanso, con intensa actividad académica.   Y en lo tocante a lo que se conoce como bullying, poco o nada hacen, sálvese quien pueda y muchas veces los padres no se dan cuenta o se enteran cuando ya hay daños serios en la personalidad del menor, con muy graves consecuencias de orden afectivo, de amor propio, de creer en ellos mismos, de autoestima y de frustración, que incluso, se sabe de casos que han terminado en suicidio.   Ambos fenómenos hay que erradicarlos.

Hace poco veía en un lugar destinado a la venta de útiles escolares la alegría de varios niños al ver que sus padres les compraban los elementos necesarios para ir a la escuela o al colegio.   Esa es la imagen que tengo de la educación, muy probablemente ellos, por sus edades, todavía no entienden que están en el mejor plan de sus vidas y que las están predestinando para lo mejor.