Por: Gustavo Salazar Pineda
Creo haberlo dicho en columnas anteriores: la sociedad, desde hace muchos siglos, da un manejo hipócrita al tema de los valores humanos; creemos que solo son explorables y explotables ciertos valores materiales y que los intangibles no pueden ser objeto de lucro personal. La división falsa entre la maternidad como objeto meramente tierno y la división de la sexualidad fuente meramente de reproducción y no de pacer, constituye un obstáculo para hacer de ciertos atributos fenómenos fuente de explotación económica. Dicho de manera más sencilla y franca: hacer valer, explotar y sacarle provecho a la belleza, al carisma es mal visto y hasta reprochado moralmente en ciertas culturas y en determinadas profesiones. Las cualidades femeninas, la sensualidad, la belleza, el atractivo personal, apenas viene siendo objeto de explotación, con los epítetos más censurables han sido calificadas las damas que han sabido utilizar sus encantos del cuerpo, sus curvas y formas personales, en tanto que en ciertos individuos del sexo masculino cuando hacen lo mismo se les exalta y glorifica.
Hace más de medio siglo el país más poderoso del mundo, los Estados Unidos de América, elevaba a la condición de presidente a John F. Kennedy en razón de su encanto y carisma personales; su ex amante, Marilyn Monroe, fue objeto en esa misma época de críticas y reproches por venderse por medio de su figura corporal. Reclamar y hacer valer su físico, su cuerpo, su encanto personal, su sensualidad, es un derecho al que han accedido miles de modelos a pesar de las duras críticas de las líderes del feminismo mundial, por qué razón no ha de explorar, hacer valer y sacarle provecho a su cuerpo y sensualidad una mujer a esta economía super erotizada? Sexo y erotismo es la base fundamental sobre la que descansa el mercado moderno, el lenguaje corporal directo e indirecto para vender desde un champú hasta un automóvil, especialmente de la mujer, es el que invade el mercado mundial, en consecuencia, es hipócrita esconder el deseo válido de una mujer que quiere hacerse rica o al menos engrosar sus ingresos económicos utilizando su cuerpo, cara y formas anatómicas.
En la conservadora capital del Reino Unido, la Londres heredera de la férrea y gazmaña moral de las reinas Isabel y Victoria, ha surgido en estos tiempos una inteligente socióloga y profesora de la escuela económica de esta ciudad, experta en políticas sociales de empleo femenino, que ha escrito un libro que bien puede bien puede mover las bases morales de la sociedad calvinista y norteamericana, titulado Capital erótico, el nombre de esta intelectual es Catherine Hakim y seguramente es difícil encontrar una obra que aborde con tanta profundidad y autoridad intelectual el tema de la explotación directa del cuerpo, incluida la prostitución, exonerando a las damas que se atreven a ello de cualquier represión social o moral.
En próximos artículos trataré de hacer un análisis de este extraordinario texto y aplicarlo a la vida cotidiana de millones de personas en el mudo actual.