Por: Jaime A. Fajardo Landaeta

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¿Quién ganó con el cara a cara entre Uribe y Chávez en la cumbre del Grupo de Río?, ¿por qué ambos presidentes estaban tan urgidos de protagonizar tan agresivo encuentro?, ¿qué beneficio buscaban y por qué querían llamar la atención ante la opinión pública mundial?, ¿por qué a pesar del llamado de varios presidentes se utilizaron estos métodos tan alejados de los diplomáticos? Muy sencillo: porque ambos lo necesitaban para paliar problemas internos todavía irresueltos y que pareciera que a ambos se les salen de las manos. Además, porque el hecho no solo sirve de cortina de humo sobre estas dificultades sino que puede aprovecharse en favor de las respectivas contiendas electorales, una en proceso y otra pronto a empezar.

Uribe no la tiene fácil en su empeño por sostener la validez de los decretos emanados de la Emergencia Social, que definitivamente está demostrado que sólo sirven para favorecer a los empresarios de la salud. A la vez trata de que horrores como los llamados falsos positivos y las chuzadas del DAS no se sitúen en el centro del debate en estos escenarios, o que siquiera sean mencionados. Y qué decir de las encuestas sobre la intención del voto, en caso de ser aprobado el referendo reeleccionista, que por primera señalan un significativo desinterés de los colombianos.

El efecto de la salida de casillas de los dos presidentes fue inmediato: los medios de comunicación en Colombia cambiaron la agenda frente a estos polémicos asuntos, e incluso muchos aprovecharon para hacer encuestas en las que se le indagaba al ciudadano del común ¿quién cree que ganó en el enfrentamiento verbal entre Chávez y Uribe? y no falta el analista, político en campaña o columnista de opinión del régimen que diga que Uribe es un “varón” porque “frentió” a su homólogo venezolano.

Por su parte Chávez también necesitaba de este altercado ya que afronta problemas internos y externos que no son de poca monta. La crisis energética con las consecuencias de un estricto racionamiento del servicio, el tema de la criminalidad sobre todo en la ciudad de Caracas que desborda la capacidad de las autoridades, el aumento de la inflación que agobia a todo el pueblo venezolano, el incremento del narcotráfico y el bajón considerable en las encuestas lo obligan a distraer a su pueblo con estos recursos. En ello, el hombre es un consumado artista.

Queda claro que ambos mandatarios tiran por la borda todos los canales diplomáticos en aras de aparecer en las primeras páginas de los periódicos internacionales y en los demás medios de comunicación, e incluso de opacar los alcances y objetivos de este tipo de cumbres. Solo les interesa que su rating suba y que los ciudadanos de ambos países se filen a su alrededor.

Para qué los protocolos, para qué los tratados diplomáticos que versan sobre estos tópicos, para qué estas flamantes cumbres si a última hora lo que se busca es empañar el esfuerzo de los otros dirigentes y torpedear los objetivos de las mismas, así después digan que se acogen a las declaraciones finales y, en este caso, a la intervención de los países y presidentes amigos.

Pero Chávez y Uribe coinciden en algo: en que para lograr sus propósitos poco o nada les importa la integración, o los esfuerzos para lograr alguna posibilidad de que se restablezcan las relaciones; más bien diseñan otros escenarios que los hagan ver como los más osados en el ámbito internacional.

Claro que no falta el medio de comunicación, ó el político de turno, que salga a proclamar a mil voces que se requería el agarrón porque después de él ambos Presidentes se mostraron mas dispuesto al dialogo y a aceptar la mediación de países y Presidentes amigos. El Circo al servicio de la politiquería internacional.

Aprecie usted amable lector en qué quedó la emergencia social, la declaratoria -por fin- del señor Procurador acerca de su investigación en relación con las chuzadas del DAS y sus implicados y, sobre todo, analice que –con este incidente- los candidatos del uribismo en las elecciones para el Congreso están más que satisfechos porque su Presidente les insufló ese aire renovador que tanto estaban necesitando, en momentos de notable confusión gubernamental. ¡Al carajo la diplomacia!