Por: Alfaro García
Desde hace años he recorrido los municipios antioqueños, como político, docente y turista; en cada subregión se encuentran particularidades geográficas y poblaciones diferentes; pero lo que se encuentra en la mayoría de los sitios son viviendas indignas, familias sin empleo y sin vivienda, jóvenes sin acceso a la educación superior, falta de cobertura universal en agua potable y saneamiento básico, precariedad alimentaria de las familias y pocas oportunidades de empleo.
Sin confrontar los indicadores socio – económicos presentados por la Dirección Nacional de Planeación –DNP- y por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística –DANE-, podemos decir sin equivocarnos que son muchos los municipios, barrios, corregimientos y veredas de Antioquia que le aportan un buen número de ciudadanos a los 13 millones de pobres y a los siete millones de indigentes que habitan en nuestro país.
Recorrer el Bajo Cauca y el Magdalena Medio, subregiones por excelencia mineras y petroleras, respectivamente, es encontrar una verdadera paradoja: ricos en recursos, pero con altos niveles de pobreza y miseria. Por eso nos preguntamos: ¿en qué se invierte el presupuesto público?
Esa realidad que palpamos en nuestros viajes, nos lleva también a preguntarnos: ¿de dónde salen las cifras que los noticieros oficiales presentan hablando de la disminución de la pobreza, y de que muchos colombianos salieron de la pobreza?
Recuerdo cuando en la universidad veíamos el tema relacionado con la generación de empleo como problema macroeconómico, y una estudiante dijo: “el Gobierno creó 60 mil empleos, pero ellos nunca llegan a nuestro municipio. ¿Dónde se quedaron?”.
Eso mismo nos debe preocupar a nosotros cuando al ver noticias en los medios de comunicación, el Gobierno Nacional o el Banco de la República presente el crecimiento y la generación de empleo en Colombia. Debemos comprobarlo en la realidad, para ir más allá de los indicadores y de los estudios econométricos:
– ¿Vemos en las calles menos indigentes?
– ¿Nuestros vecinos, familiares o amigos que no tenían vivienda, lograron acceder a un crédito para comprarla o construirla?
– ¿Nuestros amigos que tienen mucho interés de ingresar a la universidad y que sus padres no tenían recursos económicos para pago de matrícula y manutención, ahora lo pueden hacer?
– ¿Las cabeceras municipales, corregimientos y veredas cuentan con suministro de agua potable y saneamiento básico?
De esta manera, cuando se muestran a la opinión pública los indicadores socio – económicos, se deben comprobar en la vida cotidiana de nuestras familias y amigos, porque una cosa son los números y otra muy distinta es la realidad en cada municipio y vereda de Colombia.