Ángela Gilardi Polar, directora de la Fundación Nueva Acrópólis, dice que no se puede seguir generando desencanto con la política. Afirma que si seguimos viendo la política como destructiva y peligrosa, entonces quién querrá dedicarse a ella diferente a quien tiene la intención de usarla para fines contrarios al servicio y al bienestar general.
Gilardi Polar plantea que hay que resignificar la política y volverle a dar el significado vivencial y profundo que tiene que ser una misión de la vida y tener un sentido para compartir ideales.
A la política no se le puede seguir viendo como la actividad de los inmorales, los corruptos, los clientelistas, los demagogos, los populistas y los politiqueros. A los partidos, movimientos y directorios políticos; al Congreso, las asambleas departamentales y concejos municipales; y a las instituciones políticas, en general, no se les puede seguir viendo como guaridas de delincuentes y soslayar, en consecuencia, la importancia de la política.
En vez de rechazar la política, hay que participar en la elección de los mejores de la sociedad. Ángela Gilardi recuerda a Platón cuando decía que lo ideal era que los mejores seres se dedicaran a la política; los capaces de autorregularse en sus vicios, sus defectos y sus emociones porque sólo así podían conducir a otros. Los mejores según el ser y no según el tener: gobernantes que proyecten lo que valoran del ser humano en sus programas y sus proyectos sociales.
Políticos con un significado diferente al que se le ha dado generalmente, llevándolos al máximo desprestigio, lo que ha generado gran desconfianza y mucho desgano en la participación. Políticos decentes, transparentes y formados para el servicio y el bienestar general.