Por: Eugenio Prieto Soto
Las opiniones expresadas en esta columna, son responsabilidad de su autor
En la actual campaña presidencial, los grandes medios de comunicación del país han invertido millonarias sumas en la realización de sucesivas encuestas que les sirven para ganar raiting y posicionar sus marcas. Las encuestas han convertido la campaña presidencial en una dicotomía, que, además, ha provocado que en lo nacional sólo se visibilice y se concentre la atención en los dos candidatos que las “puntean”. En Antioquia y en otras partes del país, frente al ruido creado en torno a las encuestas, muchos “barones” liberales tradicionales, representantes de la escuela prepolítica del oportunismo y el clientelismo que ha alejado a la ciudadanía de los partidos, han optado –públicamente unos, soterradamente otros-, por deslizarse en desbandada, despavoridos, hacia la candidatura de Santos. Paradójicamente, la mayoría de ellos, votaron por Pardo en la consulta.
Los liberales, después de haber participado del proceso democrático de consulta interna para elegir nuestro candidato único, tenemos la responsabilidad de rodearlo, de acompañarlo y votar copiosamente por él en esta primera vuelta. El liberalismo unido como Partido histórico y vanguardista, debe realizar un gran esfuerzo y asumir el reto de transmitirle al país, sin sectarismo pero con convicción, por qué Pardo y Aníbal son, desde la plataforma ideológica y programática socialdemócrata, opción válida para avanzar desde ejercicios de buen gobierno y sociedad participante, hacia la construcción conjunta de una Colombia más Justa.
Algunas personas expresan que a Rafael Pardo le falta carisma. Tal vez, pero le sobra seriedad. Nadie puede poner en tela de juicio su trayectoria de servicio al país, su compromiso con Colombia, su decencia y transparencia. En su vida pública, Rafael Pardo ha hecho gala de serena firmeza para la toma de decisiones difíciles, muchas de ellas necesarias para dar solución a problemas que de largos, parecían convertirse en estructurales. La presencia del Estado en los sitios donde nunca había llegado; la suscripción de cuatro negociaciones de paz con la guerrilla; la depuración de la Policía Nacional en una de sus grandes crisis, son algunas de sus acciones que implicaron la toma de grandes riesgos y que dieron resultados no cuestionables.
En la campaña que transcurre, el candidato Pardo ha mostrado capacidad de analizar los grandes problemas nacionales para ofrecer interpretaciones relevantes y hacer propuestas realistas, con entendimiento del lugar del Estado en la sociedad, para superar las injusticias del país, que son las que aquejan a la mitad de la Colombia pobre, a las madres de las víctimas de los mal llamados falsos positivos, a todas las víctimas de las violencias, a quienes no disfrutan de los derechos al trabajo, la educación, la salud. En síntesis, intervención controlada, uso de los recursos públicos en la superación de la inequidad y profundización de la política de seguridad con transparencia y garantías para los gobiernos y los ciudadanos.
Un gran acierto de Pardo ha sido la elección de su formula vicepresidencial. Aníbal Gaviria representa el relevo y la renovación. Frente a las incoherencias y distancias ideológicas de otras formulas vicepresidenciales, la afinidad conceptual, filosófica y política entre Pardo y Aníbal, es total. Aníbal Gaviria hizo la mejor gobernación del país en el período 2004-2007. Sus acciones en la construcción de Equidad a través de la intervención del Estado y la acción administrativa organizada se tradujeron en la construcción de más 100.000 viviendas nuevas y mejoradas para los antioqueños, en la reducción de las muertes de niños por desnutrición, en la cobertura a los antioqueños en salud, en la construcción de acueductos urbanos, todo ello mientras se lograba dejar un superávit financiero como nunca lo había visto el Departamento. La de Aníbal es una experiencia y un compromiso por la equidad y la vida.
La candidatura de Pardo y Aníbal representa para Colombia renovación de la acción política, transformación social, transparencia y eficacia en el gobierno. Pardo y Aníbal tienen la oportunidad histórica de protagonizar la revolución que los liberales venimos anhelando. Ellos son figuras ajenas a las prácticas clientelistas y las manipulaciones que han alejado a los jóvenes y a la ciudadanía de la acción partidista, ofrecen esperanza de recuperación del liberalismo, de su sentido como colectividad que expresa el anhelo de los colombianos en un país que logre conquistar los valores de equidad e inclusión sin descuidar su seguridad, gracias a un Estado fuerte, legitimado en el cumplimiento de la ley y respaldado por los ciudadanos.
El próximo 30 de mayo, en la primera vuelta, los ciudadanos tendremos la oportunidad de votar por quienes creemos que mejor interpretan nuestros ideales sobre el País que queremos, cómo gobernar y hacia dónde guiarlo. Si nadie alcanza el 51% o más, la segunda vuelta -ese avance hacia la pluralidad política y la evolución del debate electoral-, será una oportunidad para establecer alianzas que integren propuestas y sueños compartidos de Nación. Yo aspiro a una Colombia más justa, descentralizada, incluyente, equitativa, libre, legal, orgullosa de las instituciones que respetan la ley y velan por la vigencia de los derechos humanos. Pardo y Aníbal tienen el talento y la voluntad para hacerlo.
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